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Antonio Becerril: el Ministro de Hacienda
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Antonio Becerril: el Ministro de Hacienda

jueves 21 de julio de 2016, 07:00h
Antonio Becerril y Lagarda nace en Madrid en 1870 donde estudia Filosofía y Letras y Derecho. Ingresa en el cuerpo de abogados del Estado y en 1921 es nombrado Director General de Rentas Públicas y Contribuciones. Además fue ministro de Hacienda -de forma interina- en dos ocasiones; en marzo de 1926 y en enero de 1930. En 1931 fue nombrado magistrado del Tribunal Supremo. Pasaba los veranos en Pozuelo de Alarcón.
Antonio Becerril viajaba a la Colonia de la Paz en coche de caballos. En su casa de la tranquila urbanización disfrutaba de las vacaciones plantando árboles -sobre todo moreras- junto a su mujer, Soledad, y sus cuatro hijos: Enrique, Juan, Antonio y José.

La villa de recreo -hoy en ruinas- tenía tres entradas. En el interior de la casa llamaba la atención la biblioteca y la escalera de caracol que conducía a las estancias de la planta superior y en el jardín una fuente ornamental que garantizaba el frescor en las tardes de estío.

Una de las aficiones de Antonio Becerril en Pozuelo era anotar en una libreta las distancias que había entre los diferentes lugares; desde la barandilla al puente, desde la plaza a La Inseparable, de La Inseparable a La Poza… y otra el teatro.

Con otros veraneantes ilustres representaba obras de teatro de los Hermanos Quintero, como el entremés “El mal ángel” o la comedia en dos actos “Amor que pasa”, en el Círculo Recreativo de la Colonia de la Paz como recoge el artículo firmado por Mariano de Lucas en el periódico La Atalaya en agosto de 1923.

El 31 de diciembre de 1930 la Comisión Permanente del Ayuntamiento de Pozuelo de Alarcón, presidida por el alcalde Dámaso Zarzalejos, decide homenajear al respetable señor y alto funcionario del Ministerio de Hacienda acordando por unanimidad que el camino vecinal que tenía su entrada al final de la carretera de Carabanchel y llegaba hasta la Colonia de la Paz se denominase en lo sucesivo calle de Antonio Becerril.

Cuatro años después, en 1934, el abuelo de la Defensora del Pueblo, Soledad Becerril, se despedía de este mundo.
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