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Centenares de bicicletas recorren Pozuelo

lunes 22 de octubre de 2012, 08:48h

Poco después de las diez de la mañana el pelotón partía de la plaza del Padre Vallet y tomaba la primera curva a la derecha rumbo al camino de las Huertas. De rosas. Hasta la cuesta de la plaza del Gobernador y las subidas en paralelo a la vía del ferrocarril.

A pesar de ellas, de las que quedaban hasta Santa María de Caná y de la cantidad de niños con dorsal ayer hubo pocos rezagados y mucha solidaridad en ruta. Policías municipales, voluntarios de Protección Civil y vehículos de apoyo como la ambulancia del SEAPA se encargaron de velar por la seguridad de las más de setecientas personas que participaron en la Fiesta de la Bicicleta de Pozuelo, una tradición que cada año despierta más interés.

Aunque la mayoría de los vehículos que tomaron la salida eran convencionales también se unieron a la serpiente multicolor, en la que predominaba el verde y no solo por ser el color del maillot de los organizadores, un tándem, la bici clásica -de ruedas desiguales- sobre la que pedaleaba Luis Chousa, una con aspecto de motocicleta, un par de siamesas modelo adulto-niño y alguna más con tienda infantil. Todas tomaron la salida junto al resto bajo la atónita mirada del kiosquero.

La lluvia no hizo acto de presencia durante la carrera y los más atrevidos pedalearon en manga corta. En el parque forestal de Somosaguas los ciclistas se quitaron el casco, repusieron líquidos, se hicieron fotos y regresaron hacia el punto de partida. Algunos no imaginaban lo complicado que sería subir la carretera de rotondas que bordea el campus de la Complutense. De ahí a la plaza casi todo era cuesta abajo menos la calle Francia.  

Hasta el año que viene

La anécdota de esta jornada festiva con la que Ayuntamiento fomenta desde hace más de tres décadas el uso de la bicicleta la protagonizó el concejal de deportes, Pablo Gil. La mano inocente -que adjudicaba los premios aportados por El Corte Inglés y Bicicletas Chousa- sacando números correspondientes a dorsales sacó el suyo. Y Pablo, como no podía ser de otra manera, renunció a una estupenda bicicleta en favor de otro participante.

A la mayoría no le tocó ningún premio y quiso la casualidad que la mayor parte de ellos fueran a parar a quienes obtuvieron su dorsal en el punto de avituallamiento. Que se le va a hacer. A probar suerte el próximo año.

 

 

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