En Pozuelo cuatro generaciones han mantenido viva la tradición de un oficio que los actuales artesanos han adaptado a los tiempos añadiendo la franquicia.
Antes de la guerra los churros se elaboraban en la calle y se servían en junco. Después en una caseta que, además de la gran sartén, incorporaba bandeja para dejarlos enfriar antes de colocarlos en papel o cucurucho. Sólo un poco. Porque a los vecinos les gustaba comerlos calentitos. En cualquier época del año pero sobre todo en las Fiestas Patronales del Carmen -antes o después del baile-, la Consolación -con un cajón en la plaza de toros- y en Navidad.
A partir de los años setenta los churreros de la Estación comenzaron a elaborar los churros en churrera y porras con combrera y palos de rodar. En los ochenta los unos y las otras se servían acompañados de riquísimo chocolate en La Masada, uno de esos lugares con encanto desaparecidos pero difíciles de olvidar. Manolo Nuñez recuerda que en sus salones ha llegado a servir centenares de tazas en un sólo día.
Churros reales y en versión 2.0
En la actualidad Mister Churro King fabrica 18.000 churros diarios que, además de venderse y disfrutarse en Pozuelo en una renovada y moderna cafetería churrería, se distribuyen por toda la Comunidad de Madrid dando servicio a lugares tan emblemáticos como el Congreso de los Diputados o la Casa de Su Majestad el Rey.
Los responsables de Mister Churro King quieren contagiar al mundo su pasión por una receta sencilla que surge al mezclar harina, agua y sal. Y no se han puesto límites... Su ventana al exterior son las redes sociales, Facebook y Twitter. Los churros renacen en su versión 2.0.
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