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Los Quintos del 66 en la Plazoleta de Pozuelo
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Los Quintos del 66 en la Plazoleta de Pozuelo

El Servicio Militar Obligatorio desapareció en el año 2001 pero durante décadas los varones españoles cumplieron con la patria. Los objetores de conciencia realizaron la prestación social sustitutoria y hubo quien no hizo la mili porque pidió prórroga por estudios.
Muchos jóvenes de Pozuelo de Alarcón salieron por primera vez del pueblo para vivir durante meses en un cuartel militar. Entre los destinos más lejanos: Ceuta y Melilla. Los más afortunados se quedaron en Madrid y podian pasar los fines de semana en casa.

Los chicos al cumplir los 18 años -a no ser que fueran voluntarios- tenían que conocer la vida castrense en el ejército de tierra, mar o aire; una experiencia que incluía uniforme y botas, guardias, maniobras y algún que otro arresto. Había quien acababa realizando tareas administrativas, conduciendo vehículos militares, preparando la comida para el regimiento o colaborando con la rama sanitaria.

Llegado el momento de la mayoría de edad los muchachos se convertían en Quintos y mediante un sorteo descubrían dónde pasarían más de un año. A no ser que durante el tallaje y la revisión se libraran por razones médicas o por tener los pies planos. Que vaya usted a saber.

Espejos del alma

En la fotografía tomada en la plazoleta -nombre popular entonces de la plaza del Padre Vallet- con la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Madrid al fondo aparecen algunos de los Quintos de Pozuelo de 1966 que se encontraron en el edificio del antiguo Ayuntamiento -hoy centro cultural- donde se colgaban las listas con el resultado del sorteo. En una época en la que el único correo era postal y no existían ni los sms ni los whatsapps ni las redes sociales era la forma más rápida de enterarse de lo que les había deparado la suerte.

Dicen que la cara es el espejo del alma. Quizás mirando las de los jóvenes de la imagen del Pozuelo en Blanco y Negro de hoy -un día después del tradicional desfile de las Fuerzas Armadas- sea posible descubrir su estado de ánimo al conocer la noticia. En cualquier caso, el simple hecho de encontrar su nombre en las listas de los llamados a filas era motivo suficiente para celebrarlo en El Gralos, El Caserío o Los Hermanos Simal.
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