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Antonio López o Antoñito el kiosquero
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Antonio López o Antoñito el kiosquero

miércoles 02 de noviembre de 2016, 07:00h
Antonio López Gómez nace en Pozuelo de Alarcón en 1942. Hijo de Antonio López y Angustias Gómez. Su abuelo, Federico López, decidió poner el nombre de sus nietos mayores -Antoñito es uno de ellos- a dos calles que nacieron sobre sus tierras de la Estación. Para completar la presencia familiar en el callejero*.
Antonio López, padre de 'Antoñito'
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Antonio López, padre de "Antoñito"

Aunque sus padres tuvieron cinco vástagos sólo Antonio sobrevivió así que siempre se ha considerado hijo único. Vino al mundo en la posguerra y aprendió las letras en la escuela situada en el actual edificio María Inmaculada de la Estación de Pozuelo, su barrio de toda la vida.

Del aula recuerda la leche en polvo y de su hogar en la colonia de los papeleros, conocida así por la saga de profesionales de Pozuelo que vivían junto al arroyo, que siempre tenía las puertas abiertas -como todas las casas de vecindario- y que la vida discurría en la calle.

A los ocho años Antonio López echaba una mano a su padre, hermano de Brígida López Ucedo, con la venta de periódicos y con once ya hacía el reparto por las colonias de Pozuelo y Aravaca. A pie o en bicicleta. Durante décadas y hasta pasarse a la moto ha pedaleado de lo lindo. Lo sigue haciendo aunque a otro ritmo.

El antes kiosquero de la Estación -sus primos siguen en el Pueblo- hizo la mili cerca de casa y reconoce que era un maestro del escapismo. Tanto es así que muchas veces dormía en Pozuelo. Poco después de servir a la patria en las cocinas del cuartel o arreglando sus jardines decidió formar una familia.

Antoñito se casó en 1969 en la ermita de Vallecas con Concepción Pérez a la que había conocido en la granja Priégola de Pozuelo cuando iba a visitar a Jaime, el lechero. La chica trabajaba para el veterinario. Tienen dos hijos, Antonio e Inmaculada, y dos nietos, Marcos y Sofía.

24 millones de periódicos y dos viñetas

Antonio López ha hecho un cálculo aproximado de los periódicos que ha vendido en sus cuatro décadas de vida laboral. Asegura que unos 24 millones. Comenzó a hacerlo en una mesa que colocaba en la plaza del Gobernador.

Hasta que en 1976 llega a un acuerdo con Nestorio Pinacho y se queda con la caseta que el hombre regentaba junto a la estación del ferrocarril y que RENFE le había concedido tras sufrir un atropello y perder una pierna.

A partir de ese momento, Antoñito, que vive en la calle que lleva el nombre de su abuelo -cerca de la que se llama como él y como su padre- comenzó a vender los papeles a cubierto y a madrugar más todavía. Pero no se queja. Ahora que está jubilado colecciona anécdotas y recuerda, con cierta nostalgia, que a pie de kiosco hizo muchos amigos.

Como los humoristas gráficos Peridis y Forges. El primero le confiaba cada día la tira cómica que se publicaba al día siguiente en el periódico ABC y el segundo le dibujó dos viñetas personalizadas; una para anunciar la venta de lotería y otra sobre su radioafición en la que hasta el mismísimo Rey le copiaba.


(*) Muy pronto en Calle a Calle el cuarto miembro de la saga que aparece en el callejero de Pozuelo de Alarcón

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