Nuestros bálsamos están elaborados con ingredientes naturales como la manteca de karité, que tiene una temperatura de fusión baja (alrededor de 42 ºC). Esto significa que, si tu crema ha estado expuesta a calor extremo (como dentro del coche, al sol o cerca de una fuente de calor), es normal que se haya licuado. Es una reacción física, no una señal de que el producto esté en mal estado.
Y lo más importante: sus propiedades y beneficios se mantienen intactos.
Si la crema se ha derretido y luego se solidifica de forma natural al bajar la temperatura, puede presentar cambios en su apariencia: una textura más granulada, con pequeños grumitos o burbujas. Esto se debe a la cristalización natural de las mantecas y aceites, y es algo completamente normal en cosmética ecológica sin emulsionantes ni estabilizantes artificiales. Si prefieres que vuelva a tener una textura más uniforme y suave, solo tienes que seguir los pasos que te explicamos en el vídeo que tienes adjunto en el presskit.
Aunque nuestras fórmulas están diseñadas para durar, incluso sin conservantes (con una fecha de uso preferente de hasta 2 años), hay unas recomendaciones clave que ayudan a mantenerlas en perfecto estado, especialmente en verano:
Los otros productos de MATARRANIA que no son bálsamos, como los jabones, los serums, los aceites corporales o los tónicos, aunque no tengan el riesgo de licuarse también deben mantenerse alejados de altas temperaturas. Los aceites corporales, por ejemplo, si están muy llenos pueden llegar a verter líquido por fuera del envase, ya que el calor aumenta la densidad.