Vivienda

Suelo radiante: qué es, cómo funciona y por qué es tan eficiente

Viernes 07 de noviembre de 2025

Los sistemas de climatización actuales han alcanzado un nivel de sofisticación tan elevado que nos permite disfrutar de una temperatura ideal en el hogar durante todo el año. Mantener un entorno térmico estable no únicamente permite aportar una mayor comodidad a los espacios que habitamos, sino que también influye positivamente en nuestra concentración y bienestar en el día a día. Poder trabajar, descansar o convivir en un espacio confortable se traduce en una mejor calidad de vida.



Aunque el aire acondicionado sigue siendo el sistema de climatización más conocido y empleado en la mayoría de hogares, no es la única opción disponible. La aerotermia, los radiadores de pared y, cada vez con más protagonismo, el suelo radiante, ofrecen alternativas también muy eficientes y cada vez más vinculadas con el concepto de sostenibilidad.

De hecho, a continuación, nos vamos a centrar en este último: el suelo radiante. Se trata de uno de los sistemas más innovadores y versátiles de climatización doméstica y a continuación te vamos a mostrar qué es, cómo funciona y por qué es tan eficiente. Sigue leyendo si quieres conocer datos relevantes sobre este tipo de sistema de climatización tan eficiente.

¿Qué es el suelo radiante?

En términos generales, el suelo radiante es un sistema de climatización que utiliza una red de tuberías o resistencias eléctricas instaladas bajo el pavimento de la vivienda con el objetivo de calentar o enfriar los espacios interiores. A diferencia de otros sistemas, no genera corrientes de aire, sino que irradia el calor o el frío desde el suelo, distribuyéndolo de manera uniforme por toda la estancia.

“Muchas personas están pensando en efectuar la instalación de un sistema de climatización en su hogar ignoran que el suelo radiante puede proporcionar tanto calefacción como refrigeración, y además hacerlo de forma silenciosa y altamente eficiente” —explican los expertos de Tsclima—.

Existen dos tipos principales de sistemas. Por un lado, el eléctrico, que funciona mediante una red de resistencias que se activan con la electricidad y calientan el pavimento. Es una opción práctica para ubicar en zonas en las que queremos realizar una instalación sencilla o incluso para estancias de pequeño tamaño, aunque su consumo energético suele ser más elevado.

Por otro lado, el sistema hidráulico utiliza un circuito cerrado de tuberías por las que circula agua caliente o fría, según la estación del año, normalmente entre 35ºC y 45ºC en invierno y entre 16ºC y 18ºC en verano. Este tipo, al trabajar con temperaturas más bajas, resulta más eficiente y sostenible.

¿En qué consiste el funcionamiento de este sistema de climatización?

El principio de funcionamiento del suelo radiante depende del tipo de sistema instalado. En el caso del eléctrico, se utilizan cables o láminas calefactoras ubicadas bajo el pavimento que, al recibir energía eléctrica, se calientan y transmiten el calor hacia la superficie. “Este tipo de suelo radiante es rápido de instalar y ocupa muy poco espacio, por lo que suele ser ideal en reformas o en viviendas donde no se quiere realizar una obra demasiado compleja” —comentan los especialistas de Tsclima—.

Sin embargo, este sistema tiene una limitación clara: solo puede generar calor. Por lo tanto, podemos decir que su uso queda restringido a los meses de invierno. Su principal ventaja radica en la sencillez de instalación y en la ausencia de problemas de humedad, ya que no utiliza agua.

El suelo radiante hidráulico, en cambio, basa su funcionamiento en la circulación de agua por un entramado de tuberías de polietileno que quedan ocultas bajo el suelo. Esta agua puede calentarse mediante una caldera o, más comúnmente hoy, mediante una bomba de calor de un sistema de aerotermia. En verano, el circuito se invierte para hacer circular agua fría, lo que permite refrescar el ambiente.

La gran diferencia del suelo radiante hidráulico está en su versatilidad y en su capacidad para mantener una temperatura constante con un consumo energético muy reducido” —añaden los expertos de Tsclima—. Gracias a su diseño y a su integración con fuentes renovables, como ofrecen los sistemas de aerotermia o los paneles solares fotovoltaicos, se ha convertido en uno de los sistemas más eficientes del mercado en la actualidad.

Las claves de su eficiencia energética

El suelo radiante se considera uno de los sistemas de climatización más eficientes, sobre todo en su versión hidráulica. Esto se debe a varios factores técnicos y físicos que influyen directamente en su rendimiento. En primer lugar, este sistema calienta los espacios por radiación, no por convección.

A diferencia de los radiadores tradicionales, que calientan el aire para hacerlo circular, el suelo radiante transmite el calor directamente a los objetos, superficies y personas. “El confort térmico se alcanza con una temperatura ambiente más baja, lo que significa que se necesita menos energía para lograr la misma sensación de bienestar” —aseguran desde Tsclima—.

Además, las bajas temperaturas de funcionamiento son otro de sus grandes beneficios. Mientras que un radiador convencional requiere agua a 65-75ºC para calentar una habitación, el suelo radiante solo necesita calentar el agua entre 35 y 45ºC. Esta diferencia se traduce en un consumo energético notablemente menor.

Por otro lado, la distribución uniforme del calor evita las fluctuaciones de temperatura y las zonas frías, un problema común en otros sistemas. El calor se reparte de manera homogénea desde el suelo hacia arriba, manteniendo una temperatura equilibrada en toda la estancia.

Alta inercia térmica y estabilidad de temperatura

Una de las características técnicas más destacadas del suelo radiante es su alta inercia térmica. Esto significa que, aunque el sistema tarda algo más en alcanzar la temperatura deseada, una vez que lo hace, es capaz de preservar el calor durante mucho más tiempo.

Esta capacidad de mantener la temperatura estable incluso después de apagar el sistema permite reducir los encendidos y apagados constantes, disminuyendo así el consumo energético y alargando la vida útil del equipo. “Una vez que el suelo alcanza la temperatura ideal, apenas necesita energía para mantenerla, lo que se traduce en un ahorro muy significativo en el largo plazo” —detallan los expertos técnicos de Tsclima—.

Alta compatibilidad con energías renovables

Otro de los motivos por los que el suelo radiante ha ganado tanta popularidad es su alta compatibilidad con energías renovables. Los sistemas de baja temperatura, como la aerotermia o la geotermia, se integran perfectamente con él, maximizando la eficiencia y reduciendo el impacto ambiental de este tipo de sistemas de climatización.

De hecho, muchas viviendas de nueva construcción combinan suelo radiante con bombas de calor o instalaciones solares fotovoltaicas, lo que permite aprovechar al máximo las fuentes naturales de energía. Gracias a ello, no únicamente mejoramos la eficiencia, sino que también contribuimos a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y los costes a largo plazo. Además, si quieres saber si merece la pena o no instalar un sistema de suelo radiante para climatizar tu baño, te recomendamos leer este artículo de AseosyBaños.

Hoy en día, la mayoría de los clientes valoran tanto el confort como la eficiencia. Por ello, queremos subrayar que el suelo radiante responde a ambas demandas, y eso explica su creciente demanda tanto en viviendas como en oficinas” —concluyen los expertos de Tsclima—.


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