La sudoración es un mecanismo natural del cuerpo cuya función principal es regular la temperatura corporal. Se activa a través del sistema nervioso simpático, que estimula las glándulas sudoríparas para liberar sudor cuando el organismo necesita enfriarse.
Es común sudar ante el calor, el ejercicio físico o como respuesta a emociones intensas como el miedo, la vergüenza, la ira o los nervios.
La hiperhidrosis es una condición médica caracterizada por una sudoración excesiva e incontrolable, que se produce sin necesidad de estímulos externos como calor o actividad física.
A menudo se manifiesta incluso en reposo o en ambientes fríos, y puede afectar la calidad de vida del paciente tanto a nivel físico como emocional o social.
La hiperhidrosis responde a un mal funcionamiento del sistema nervioso simpático, que estimula en exceso las glándulas sudoríparas. Aunque no se conoce con exactitud la causa en muchos casos, se sabe que puede haber un componente genético o hereditario.
Existen dos tipos principales:
Hiperhidrosis primaria:
Hiperhidrosis secundaria:
La hiperhidrosis puede generar una fuerte afectación emocional: inseguridad, ansiedad social, dificultad en las relaciones interpersonales e incluso aislamiento. Aunque su origen es totalmente orgánico, sus consecuencias psicológicas son frecuentes y merecen atención.
Existen varias opciones terapéuticas, según la gravedad y el tipo de hiperhidrosis:
Toxina botulínica tipo A (tratamiento de elección en muchos casos):
Cirugía (simpatectomía o extirpación de glándulas sudoríparas):
“La hiperhidrosis es una patología médica real, con impacto físico y emocional, que puede tratarse eficazmente. Es importante acudir al especialista para obtener un diagnóstico adecuado y valorar el tratamiento más apropiado según cada caso.”