Cuando vine a vivir a Pozuelo sorprendía lo cuidada que estaba esta ciudad. Comparado con Madrid centro, desde donde me mudé, Pozuelo era una ciudad tranquila, limpia y pionera en el mantenimiento de jardines, parques y zonas verdes. Todos los días, en mi paseo matutino, saludaba al personal que estaba barriendo la calle y arreglando el parque que tengo cerca de mi casa. Ya casi nos conocíamos, de tanto hola, vaya día que hace hoy y qué tenga un buen día…
Pero ese país de nunca jamás se acabó cuando cambio la alcaldesa.
Poco a poco fueron desapareciendo los servicios como barrer la calle a diario, desbrozar asiduamente en calles y pavimento, retirar hojas y residuos de forma frecuente, podar adecuadamente, etc. Ahora, no ves personal barriendo las calles y lo normal es que en el parque estén con el móvil o arreglando por encima el desaguisado que tienen…(cuando no fumando un porrito, que también lo he visto a veces).
No solo la desidia se ha apoderado de nuestro municipio, también se ha fomentado los fines de semana el botellón en los parques, aparcamientos y zonas residenciales y se ha impulsado extraordinariamente en las fiestas de los barrios el consumo de alcohol, la juerga, el trasnoche, el desenfreno y, de nuevo, el botellón. Que se lo pregunten a los vecinos cercanos al parque ferial el septiembre que llevan.
Todo Pozuelo es fiesta y botellón. ¡Viva la alcaldesa! ¡viva! que nos da, no sé si pan, pero circo casi a diario. Se puede observar cómo limpian las calles con esmero y arreglan los jardines con detalle cuando van a comenzar las fiestas de la zona. También, (con menos esmero, eso sí), mandan patrullas de limpieza para los restos del botellón del fin de semana… Os invito que paseéis por Somosaguas, el pueblo de Húmera, cualquier sábado de madrugada y domingo por la mañana: ruido, música, alcohol, peleas, cristales, borrachos gritando, fornicando en portales, etc. y el ayuntamiento y la policía impasible, permitiéndolo sin control.
Pozuelo, el municipio más rico de España, está gestionado por el gobierno de las fiestas y el botellón. Ahora ya no hay buenos días sino broncas, peleas, vómitos y orines. Y, como consecuencia, la degradación del lugar.
Entre los méritos de este gobierno municipal está el que sus ciudadanos nos vayamos a pasear a otras localidades como Boadilla del Monte (por cierto, un 10 cómo están sus jardines), Majadahonda o el mismo Madrid. Eso sí, han impuesto una tasa de basuras acorde con el botellón que hay que limpiar y han fomentado el turismo de borrachera. Ahora tenemos juventud de otros municipios, bebiendo y colocándose en el nuestro.
La alcaldesa se niega a tomar medidas. Repetidas veces se le ha trasladado la desesperación de los vecinos. Solo queda que tome conciencia su partido y restauren el orden que había en este municipio. O bien, que otro se comprometa a hacerlo. Es nuestro único arma.