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La soledad emocional, un factor de alto riesgo en los jóvenes

lunes 05 de agosto de 2019, 11:07h
La soledad emocional, un factor de alto riesgo en los jóvenes
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Falta de afecto, incomunicación, incomprensión, necesidad de ser escuchado e insatisfacción. Estos sentimientos acompañan a quienes se sienten solos estando acompañados. La soledad emocional es peor que la soledad física, explica la psicóloga, Pilar Conde, y, además, resulta más difícil de tratar.

Puede sorprendernos en cualquier etapa de la vida, desde que somos niños hasta el final de nuestros días, pero es, en edades tempranas, sobre todo en la adolescencia, cuando debemos estar más atentos porque sus consecuencias pueden ser fatales.

La mayoría de los jóvenes con tendencias suicidas dicen sentirse solos, según diversos estudios sobre salud mental y juventud, y a veces, cuando queremos ayudarles es tarde. Por este motivo, resulta vital detectar la soledad dentro del entorno familiar y escolar. Hemos de estar atentos, advierte la directora técnica de Clínicas Origen, a estos síntomas: la persona en cuestión habla poco, parece triste, no presenta reacciones afectivas positivas, pasa mucho tiempo sola y evita el contacto.

Padres y educadores, explica Conde, tienen la obligación de velar por los jóvenes, facilitándoles un entorno social de seguridad, en el que desarrollar sus capacidades emocionales y sociales. Por ello, muy importante en este sentido, tienen que intervenir en caso de que un menor no se sienta integrado o sienta rechazo, máxime si este rechazo se expresa con acoso o violencia de algún tipo.

Siempre, y en todos los casos, precisan de apoyo y guía, puesto que se encuentran en pleno proceso de madurez y de cambio. Estos consejos del programa Escuela de Padres de Origen nos orientan sobre cómo podemos ayudarles.

  • Escuchándoles, y observando sus comportamientos, entendiendo por qué hacen lo que hacen y qué necesidades afectivas tienen y no se están cubriendo.
  • No juzgándoles, ofreciéndoles la ayuda, y pensando junto a ellos las posibles soluciones, teniendo muy en cuenta sus opiniones.
  • Realizando un trabajo coordinado familia- colegio. Es esencial que padres y profesores intervengan juntos.
  • Apoyándoles en sus hobbies y facilitando el acceso a los mismos. Hoy día existe mucha diversidad y si el menor no encaja en el colegio, se le puede compensar con actividades que sean de su preferencia, ya sean deportivas, intelectuales o lúdicas.

  • Reforzando las áreas de actividad y conocimiento en las que destaquen y permitiendo que se desarrolle en sus habilidades y cualidades personales.

Por supuesto, muy importante, las amistades, puntualiza la psicóloga, son vitales en los años de adolescencia y juventud, pero sobre todo en el primer caso, puesto que chicos y chicas necesitan reafirmarse en un sentido de pertenencia al grupo. Los amigos les refuerzan también en el sentido de ayudarles a desarrollar su identidad y autoestima personal. Por este motivo, advierte Pilar Conde, si se observa que están aislados, que no tienen amigos y que prefieren estar solos, es mejor acompañarles a consulta de un profesional de la psicología para abordar la situación.

La soledad no deseada es un círculo vicioso. Cuánto menos se sale, menos ganas se tiene. Vemos a poca gente, nos comunicamos poco y nos da pereza el esfuerzo de la conexión. La apatía de la soledad conduce al aislamiento y este puede llevar a la perjudicar a la salud. Si se relaciona con niveles altos de ansiedad, puede repercutir, advierten desde Clínicas Origen en problemas psicosomáticos.

Así pues, en algunas ocasiones esa conexión digital a través de las redes sociales y los grupos telefónicos, puede ayudar a que un adolescente se sienta dentro del grupo. Frente a lo que opinan algunos expertos y educadores, Pilar Conde no considera las redes sociales malas per sé. Muy al contrario, aunque exista una distancia real entre las personas, explica, la vida on line ayuda a conocer gente y a mantener ciertas relaciones.

Eso sí, finaliza, las relaciones de internet son útiles siempre que no se contemplen como vía de sustitución del contacto real para comunicarnos con el otro, ni como una vía escape para no realizar actividades de responsabilidad y de ocio. Tienen que ser entendidas como una herramienta más de sociabilidad que nos permite reforzar nuestras relaciones interpersonales, manteniendo las mismas reglas que en nuestra “vid

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