Más de 134.00 refugiados de la guerra de Ucrania viven en España. Una de las necesidades que deben cubrir es aprender nuestro idioma para integrarse mejor. La Universidad CEU San Pablo lleva a cabo distintas acciones para colaborar con el pueblo ucraniano, entre las que están los cursos de español. Esta semana, un grupo de 43 refugiados está estudiando nuestro idioma en las aulas del Campus de Moncloa de la Universidad CEU San Pablo.
El grupo lo componen personas de distintas ciudades de Ucrania y diversas edades: hay niños pequeños, adultos y mayores. Olesia Bespalova tiene 19 años y vive en Madrid desde marzo. Un poco después de que estallara la guerra, logró dejar su país sola; sus padres y amigos siguen en Ucrania. Gracias al contacto que tenía con una persona de la embajada de Ucrania en Madrid conoció a Alicia, una mujer de la que habla con los ojos llenos de brillo. Olesia cuenta cómo fue su llegada: “Me presentaron a Alicia y fue increíble desde el primer momento; me iba a aceptar en su casa por una semana, después se alargó a un mes y, ahora, sigo con ella”.
Olesia cuenta cómo su vida ha cambiado radicalmente en unos meses: “Antes de que empezara la guerra, mi día a día consistía en bailar (participaba en concursos de baile moderno), ir a clases, estudiar y quedar con mis amigos”. La joven ucraniana estudia Relaciones Internacionales en Odesa y el curso que viene estudiará como alumna Erasmus en la Universidad CEU San Pablo. Hablando del futuro comenta que “lo que más quiero ahora es volver a mi casa para ver a mis padres, porque los extraño demasiado. Después, quiero volver aquí para estudiar por un semestre y, de nuevo, regresar a Ucrania a vivir. Me motiva el futuro porque quiero encontrar un buen trabajo para poder ayudar a mi país. Alicia me dice que podría trabajar en la OTAN o en algún otro trabajo importante para poder ayudar con la situación de Ucrania, porque ahora estamos en guerra, pero los años que vienen también serán durísimos para el país y su gente”.
Tetiana Poliakova es otra alumna de las clases de español, tiene solo 15 años y vino a España con sus cinco hermanos y sus padres. Comenta que su vida, antes de que estallara la guerra, era normal, “como la vida de cualquier adolescente: iba al colegio todos los días, tenía muy buenos amigos con los que quedaba cada vez que podía, estudiaba y estaba con mi familia”. Tetiana explica que no sabe qué le espera: “Mi familia no sabe qué haremos; de momento, nos quedamos en Madrid, pero no sabemos hasta cuándo, es imposible saberlo”.
La joven de 15 años agradece las clases porque comenta que “el hecho de que la profesora sea de Ucrania es especial. Hablamos todos en ucraniano y es enriquecedor porque conectamos, nos acordamos de dónde venimos y es todo mucho más cercano”. Tetiana comenta que, si tuviese un minuto para hablarle al mundo, su mensaje sería: “Vivir en el momento es lo más importante, no hay que pensar ni el futuro ni en el pasado, solo hay que estar aquí, hacer todo lo que puedas, ahora, porque nadie sabe cómo puede cambiar su vida. Deja que tu sonrisa cambie el mundo, pero nunca dejes que el mundo cambie tu sonrisa. Hay que estar agradecido de todo lo que tenemos, no podemos compararnos con la gente porque somos quienes somos. Cree en ti mismo, y cumple tus objetivos. Solo vive y disfruta tu vida mientras haces todo el bien posible”.
El menor de la clase es Nikita Poliakov, tiene 13 años y va siempre con sus dos abuelas, Natalia Poliakova y Tetiana Krivonosova a las clases en la Universidad CEU San Pablo. Llegaron a España gracias al Banco Santander. Nikitia vivía en Kiev con su madre cuando la guerra empezó y sus abuelas vivían en Mariúpol, la ciudad ucraniana que está completamente destruida. El viaje para reunirse en Madrid fue largo, pasaron por Lituania y Polonia para finalmente llegar a España.
Nikita cuenta que “lo más difícil cuando empezó la guerra era que no estaba cerca de mis abuelas, no sabía cómo estaban ellas ni cuando las volvería a ver, tenía miedo de que algo les pasara”. Los tres llegaron a Madrid el 27 de abril y lo que más les importa ahora es aprender bien el español para comunicarse mejor. Agradecen a España y a los españoles su aceptación en el país y Nikita comenta, sonriendo, que “los españoles son muy simpáticos, cada vez que voy a un supermercado o a una tienda, todos los que trabajan ahí me saludan, me sonríen, a veces me preguntan cómo estoy y eso no pasa en Ucrania”.
Ayuda a la sociedad ucraniana
Esta es solo una de las diferentes acciones que la Universidad CEU San Pablo ofrece para la población ucraniana. La Comisión Permanente del Consejo de Gobierno aprobó en abril un Protocolo de admisión, empleabilidad y acogida con el fin de contribuir a que la comunidad universitaria en situaciones de vulnerabilidad extrema pudiera ejercitar su derecho de acceso a la educación superior y desarrollar su potencial científico como personal docente e investigador o realizar su labor administrativa como personal de administración y servicios, mientras se encuentran en nuestro país.
Desde la Universidad CEU San Pablo se ha elaborado, asimismo, un programa con fondos propios para contratos posdoctorales de tres años orientados a que hasta tres investigadores doctores ucranianos puedan integrarse en Grupos de Investigación Reconocidos (GIR) de la CEU USP con categoría Excelente o Consolidado. También se ha facilitado el acceso de los estudiantes ucranianos a las actividades sociales de la universidad (Campus Life, Deportes, Pastoral), y al Servicio de Orientación Universitaria (SOU) de atención y orientación psicológica y bienestar emocional de la comunidad universitaria.
En formación en idiomas se ha proporcionado acceso a cursos de idiomas (español e inglés) en modalidad online o presencial. En lo que se refiere a formación no reglada para estudiantes se ha facilitado el acceso a estudiantes ucranianos a la Summer/Winter University y al Título Propio en Valores y Liderazgo en la Era Digital. Por último, se han organizado diferentes jornadas académicas, como la conferencia 'Respuestas ante una Ucrania en Guerra', o la 'Jornada sobre desinformación y censura en la Guerra de Ucrania' y una jornada benéfica mercantil y concursal cuyos beneficios se destinaron destinados a la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR).