La tartamudez o disfemia es un trastorno de la fluidez del habla que afecta a un total de 467.000 personas en España, con un 5% de los niños que tartamudean de forma habitual. Este problema se caracteriza por interrupciones intermitentes e involuntarias y, en todos los casos, la suavidad, la velocidad y el ritmo del habla se ve afectado.
Este trastorno es frecuente que se manifieste en niños pequeños cuando están comenzando a desarrollar el lenguaje, ya que es normal que, cuando tienen entre 2 y 4 años, no dispongan de una fluidez total y comentan errores al hablar, siendo igualmente habituales los titubeos o repeticiones de palabras.
Para determinar la presencia de una tartamudez establecida, debe darse la conciencia clara del problema y los intentos por no tartamudear, porque muchos de los tartamudeos que se producen son la consecuencia de los intentos por hablar de manera fluida. Por ello, la conducta de los padres será esencial para un niño disfluente por la forma en que se relacionan y se comunican con él.
En estos casos, una intervención temprana nos ayudará a evitar que el problema se consolide. En los centros de anda CONMiGO, cuando hablamos de niños pequeños, se trabaja fundamentalmente con los padres y, de forma paralela, con el niño en actividades lingüísticas y de forma lúdica. Sin embargo, cuando se trata de personas más mayores, un objetivo importante en la práctica clínica será determinar aquellas condiciones en las que se incrementan los errores y aquellas en las que disminuyen, así como las situaciones antecedentes que generan más temor y son más evitadas o favorecen actitudes negativas sobre su capacidad como hablante, para incluir el manejo de estas situaciones entre los objetivos del tratamiento.
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