A menudo escuchamos hablar del afterglow del sexo: esa calidez, cercanía y euforia que permanece tras una experiencia íntima. Pero ¿qué pasa cuando, en lugar de felicidad, lo que aparece es una oleada de tristeza, ansiedad o incluso irritabilidad?
Esta respuesta emocional tiene nombre: disforia poscoital (DPS), también conocida como la "tristeza post-sexo". Se trata de un fenómeno en el que, después de una relación sexual consensuada —incluso si ha sido físicamente placentera—, algunas personas experimentan sensaciones de vacío, angustia o inquietud. Aunque pueda parecer inusual, es más común de lo que creemos: varios estudios sugieren que casi la mitad de las personas lo experimentarán al menos una vez en su vida, sin importar su género o situación sentimental. LELO, reconocida marca de bienestar sexual y juguetería erótica, reflexiona sobre todo lo que se necesita saber para entender y gestionar esta dimensión emocional.
¿Por qué nos sentimos así después del sexo?
El sexo no es solo una experiencia física, sino que está profundamente vinculado con nuestras emociones, recuerdos y pensamientos subconscientes. Las causas de la disforia poscoital son diversas y complejas:
- Cambios hormonales: Durante el sexo, el cuerpo libera una combinación de hormonas como la oxitocina (la “hormona del amor”), dopamina y endorfinas, que generan bienestar y conexión. Al desaparecer ese “subidón”, el regreso a los niveles normales puede provocar tristeza o vacío emocional.
- Vulnerabilidad emocional: El sexo puede dejarnos expuestos, tanto física como emocionalmente. Incluso en relaciones estables, esta vulnerabilidad puede activar miedos subconscientes al rechazo, la intimidad o el abandono.
- Traumas no resueltos: Experiencias pasadas de abuso, negligencia emocional o rupturas pueden resurgir después del sexo y generar malestar inesperado.
- Autoestima y ansiedad por el desempeño: Pensamientos como “¿habré estado bien?” o preocupaciones sobre la propia deseabilidad pueden generar inseguridad en lugar de relajación.
¿Cómo manejar la tristeza post-sexo?
Para quienes identifiquen síntomas recurrentes de disforia poscoital, LELO comparte una serie de estrategias que han demostrado ser útiles en la gestión emocional posterior al sexo:
Fomentar la comunicación en la pareja, siempre que exista confianza para abordar este tipo de temas desde la comprensión mutua.
- Practicar la autocompasión, entendiendo que esta vivencia no es motivo de vergüenza ni implica una disfunción.
- Establecer rituales de cuidado post-sexo, como abrazarse, darse un baño caliente, meditar o simplemente conversar de forma ligera.
- Explorar patrones emocionales a través de la terapia para entender posibles desencadenantes emocionales, en caso de que el malestar sea frecuente.
- Fomentar la intimidad emocional, más allá del contacto físico, para fortalecer el vínculo emocional con la pareja y crear espacios seguros.
- Promover el autoconocimiento a través del placer individual, mediante el uso de juguetes sexuales, tanto en solitario como en pareja, para restar presión al encuentro íntimo.
El sexo suele retratarse como algo eufórico o problemático, sin espacio para las emociones complejas. Sin embargo, lo cierto es que la intimidad humana está llena de matices. Reconocer la disforia poscoital nos permite romper el silencio y abrir un diálogo más honesto y compasivo sobre nuestro bienestar emocional y mental.