El domingo de madrugada entra el horario de invierno, por lo que no debemos olvidar retrasar nuestros relojes una hora. A las 03.00 horas serán de nuevo las 02.00, así que podremos dormir una hora más. Pese a la felicidad que este hecho supone para mucha gente, los médicos señalan que tardamos unos días en adaptarnos al nuevo horario porque nos cuesta más levantarnos y llegamos con más hambre a la hora de comer. Sin embargo, también coinciden en que los efectos del nuevo horario sobre la salud son imperceptibles.
El cambio de hora comenzó a efectuarse a partir de 1974, tras la primera crisis del petróleo. Algunos países decidieron adelantar sus relojes para poder aprovechar mejor la luz del sol y, de este modo, consumir menos electricidad en iluminación. Según el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), el potencial de ahorro en iluminación en España por el cambio de hora puede llegar a representar un 5% del consumo eléctrico en iluminación, equivalente a unos 300 millones de euros.
Pero estos datos no convencen a determinadas organizaciones ecologistas, que discrepan sobre los supuestos beneficios del cambio horario, ya que creen que no tiene efectos significativos en el ahorro energético. De hecho, cuatro activistas de Greenpeace han escalado este viernes el obelisco de Calatrava situado en la Plaza de Castilla de Madrid, con una altura de casi cien metros, para pedir al Gobierno de Zapatero una mayor implicación frente al cambio climático.
El cambio de horario, que se efectúa dos veces al año, está regulado por una directiva europea de 2001, que fija como fechas para la modificación el último domingo de marzo y el último domingo de octubre.
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