El Bruxismo es una disfunción muy generalizada en la población, siendo sin duda el principal factor de riesgo, sobre todo en personas de más de 40 años, el estrés psicológico.
El estrés es el problema más extendido en todos los sectores de la población mundial, creciendo de manera alarmante en las últimas décadas y es causante directo de numerosas enfermedades y patologías.
La prevalencia de esta dolencia se asocia con personas de un mayor nivel educativo y especialmente en mujeres jóvenes, (casi el 95% del total de pacientes) y su afectación ha aumentado considerablemente durante la pandemia.
Los principales signos de detección del bruxismo son, en primer lugar, el desgaste dental (+ 70%) y, en segundo lugar, el dolor localizado en los músculos que intervienen en la masticación (+ 44%).
Con respecto al tipo de afectación, predomina el bruxismo del sueño frente al diurno, especialmente en la franja predominante de mayores de 40 años.
También se asocia como dolencia referida junto al dolor orofacial (dolor en cavidad oral y cara), cefaleas, trastornos del sueño, trastornos del comportamiento, por el uso de algunos fármacos y sobre todo la maloclusión.
La ansiedad y la depresión son otros de los motivos que pueden desencadenar la aparición del bruxismo.
La Dra. Susana del Pozo, aconseja como opción de tratamiento contra el bruxismo severo, el uso de la toxina botulínica tipo A, ya que está demostrada su eficacia y seguridad porque consigue relajar la musculatura mandibular y de esta manera desaparece el dolor y las molestias, a los pocos días de su aplicación.
Al inyectarlo en los músculos maseteros para relajarlos, se elimina la fuerza excesiva que ejercen a diario sobre la dentadura, estos músculos se relajan y reducen su dimensión, por lo que además el rostro de la paciente muestra una apariencia más “estilizada”.
También se evalúa el grado de apertura bucal y el número de puntos musculares dolorosos, siendo concluyente que, en casos de bruxismo moderado, se recomienda el uso de férulas de descarga con preferencia ante los ejercicios o los masajes distensivos.
Diversos estudios realizados entre estudiantes de odontología demuestran que este trastorno pone en peligro el éxito de la mayoría de los tratamientos dentales. Por tanto, es un problema a tener muy en cuenta antes del inicio de cualquier tratamiento odontológico.
Las dosis de toxina botulínica administradas son absolutamente personalizadas, según las necesidades de cada paciente.
Este tratamiento es el adecuado para los casos más severos y lo debe valorar un especialista.
La Dra. Susana del Pozo propone partir de un buen diagnóstico, utilizando las técnicas más avanzadas, para poder plantear una terapia multidisciplinar, donde cuando no sea necesario el uso de bótox, la férula de descarga, más la implementación de ejercicios de relajación mandibular, puedan minimizar los efectos indeseados del bruxismo en la vida cotidiana.
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