Con el cambio de hora se cumple con una directiva que afecta a todos los países miembros de la Unión Europea con el objetivo de ahorrar energía. Este cambio se generalizó, de forma desigual, a partir de 1974, al producirse la primera crisis del petróleo. Algunos países decidieron adelantar sus relojes para aprovechar mejor la luz del sol y por tanto consumir menos electricidad en iluminación. Como directiva europea se aplica desde 1981 y se ha ido renovando sucesivamente cada cuatro años. Se aplica con carácter indefinido desde la aprobación de la Novena Directiva por el Parlamento Europeo y Consejo de la Unión, en enero de 2001.
Sobran los motivos
El principal objetivo del cambio horario es reducir el consumo global de energía, haciendo coincidir el comienzo de la jornada laboral con las horas de luz. Según el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), el ahorro doméstico en iluminación desde el cambio de horario de marzo al de octubre puede ser de un 5%, unos 300 millones. De estos, 90 corresponden a los hogares, a razón de 6 euros por familia, mientras que los 210 millones restantes corresponden al sector terciario y a la industria.
Se trata de cifras estimadas y para alcanzarlas es necesario un poco de colaboración por parte de los usuarios. Los consejos: prescindir de la iluminación artificial cuando no sea necesaria y utilizar tecnologías de ahorro por aprovechamiento de la luz natural.
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