En el Día Mundial de la Diversidad Cultural, el British Council, la organización del Reino Unido para las relaciones culturales y las oportunidades educativas, lanza un mensaje claro: en un mundo multilingüe y globalizado, seguir evaluando la calidad de un profesor de inglés por su lugar de nacimiento es no solo inexacto, sino excluyente.
Durante décadas, el concepto de native speakerism -la creencia de que solo quienes han adquirido un idioma de forma natural desde la infancia, como lengua materna, están realmente capacitados para enseñarlo- ha condicionado la enseñanza del idioma, tanto en la contratación de docentes como en las expectativas de estudiantes y familias. Sin embargo, esta idea está siendo desmontada por expertos, investigaciones y por la experiencia acumulada del propio British Council, que apuesta por un modelo educativo más inclusivo y contextualizado en un mundo global y diverso.
“El inglés no pertenece a un país ni a un grupo. Es una herramienta global de comunicación, una lengua viva que evoluciona constantemente y que se enriquece con cada persona que la utiliza, sea cual sea su acento”, afirma Andrew McMullen, Teaching Excellence Project Manager del British Council.
Este enfoque está respaldado por el informe The Future of English: Global Perspectives, que analiza cómo las normas de los llamados “nativos” han dejado de ser relevantes en un contexto en el que el inglés se usa principalmente como lengua franca entre hablantes de orígenes diversos.
¿Qué define a un buen profesor de inglés?
En países como España, persiste el mito de que los docentes “nativos” ofrecen una enseñanza de mayor calidad. Pero los datos y la experiencia apuntan a lo contrario: lo que realmente marca la diferencia es la formación, la experiencia, la empatía y la capacidad pedagógica. “Muchos docentes que han aprendido inglés como segunda lengua entienden mejor los retos del alumnado y aportan estrategias más efectivas para superarlos”, señala McMullen.
Una encuesta interna realizada por el British Council a más de 350 profesionales del sector educativo muestra un fuerte consenso: la inclusión de docentes independientemente de su lengua materna mejora la calidad educativa y refleja la diversidad del inglés en el mundo real.
“El acento no debería ser un criterio de exclusión. Preparar a los alumnos para comunicarse eficazmente en inglés implica familiarizarlos con una variedad de acentos, registros y contextos del mundo real. Esta variedad refleja mejor las situaciones con las que se encontrarán en su vida profesional y personal, donde el inglés se manifiesta de formas muy diferentes según el hablante y el entorno. De hecho, incluso dentro del propio Reino Unido, los acentos son notablemente diversos. Sólo una pequeña minoría utiliza la llamada Pronunciación Recibida (RP), lo que invita a reflexionar sobre lo que realmente se entiende por «acento estándar». En lugar de centrarnos en la imitación de un único modelo, nuestro objetivo es enseñar una forma de inglés clara, correcta y comprensible internacionalmente”, explica Deni Savvidou, jefa de estudios del British Council Madrid.
“En este contexto, la inteligibilidad (y no la imitación de un acento concreto) debe ser la clave. Este enfoque responde a las necesidades reales de comunicación global de nuestros alumnos y promueve una visión más integradora del inglés como lengua internacional”, añade Deni Savvidou.
La enseñanza del inglés debe reflejar la realidad lingüística y cultural de un mundo cada vez más interconectado. Por eso, el British Council promueve un modelo que valora las competencias reales de los docentes y que nos invita a replantearnos las categorías tradicionales de «nativo» y «no nativo» apostando por una visión más amplia e inclusiva del conocimiento lingüístico.
El British Council ha liderado iniciativas globales para desmantelar estereotipos en el ámbito del inglés como lengua extranjera. Desde la revisión de sus propias políticas de contratación hasta la publicación de investigaciones clave, como el artículo “Native speakerism: what is it and why does it matter?”, la institución apuesta por un cambio estructural en el sector.
“El Día Mundial de la Diversidad Cultural es una oportunidad perfecta para recordar que la lengua, como la cultura, es patrimonio común. Promover la inclusión en la enseñanza del inglés no es solo un acto de justicia: es una inversión en calidad, representatividad y futuro”, concluye McMullen.