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Tres ejercicios de breathwork para desconectar (de verdad) del trabajo

Por P.L.C.
martes 12 de agosto de 2025, 17:54h
Tres ejercicios de breathwork para desconectar (de verdad) del trabajo
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El verano está pensado para desconectar. Pero, aunque el cuerpo se relaje, la mente muchas veces sigue encendida. Incluso lejos del portátil, los correos o las reuniones, seguimos operando en modo “hacer”. ¿Te ha pasado?

Aprender a soltar ese ritmo no siempre es fácil. Según Andrea Klimowitz, psicóloga, coach transpersonal y experta en meditación, la clave no está solo en cambiar de entorno, sino en cambiar el estado interno. Y una de las herramientas más efectivas (y al alcance de cualquiera) es la respiración consciente o breathwork.

“Desde la neurociencia sabemos que la respiración es una de las pocas funciones automáticas que también podemos controlar. Al hacerlo, activamos el sistema nervioso parasimpático, responsable del descanso, la recuperación y el equilibrio emocional”, explica.

Respirar: el camino más directo para resetear el sistema

La respiración es una función automática, pero también podemos controlarla voluntariamente. Eso la convierte en una puerta directa al sistema nervioso. Concretamente, a su rama parasimpática, responsable del descanso profundo, la regulación emocional y la restauración del organismo.

“No se trata de respirar más, sino de respirar mejor. Es una herramienta sencilla, gratuita y siempre disponible para reconectar con el presente”, señala Klimowitz.

Tres ejercicios sencillos para reconectar contigo este verano

1. Respiración 4-6: el antídoto contra la ansiedad

Este patrón respiratorio tiene un efecto inmediato en el cuerpo y la mente.

Cómo hacerlo:

Inhala por la nariz durante 4 segundos.
Exhala por la boca durante 6 segundos.
Repite durante al menos 3 minutos.

“Este ritmo activa el nervio vago, lo que ayuda a reducir la frecuencia cardíaca y relajar el sistema nervioso. Es como decirle al cuerpo: ya puedes soltar”, afirma.

2. Respiración de olas: equilibrio y presencia

Un ejercicio ideal para quienes necesitan calmar la mente y volver al cuerpo.

Cómo hacerlo:

Cierra los ojos e imagina que tu respiración es una ola.
Al inhalar, visualiza cómo sube por el pecho.
Al exhalar, cómo desciende suavemente hacia el abdomen.
Escucha el sonido de tu respiración, como si fuera el mar.

“Esta visualización ayuda a calmar la amígdala, la zona del cerebro que gestiona el miedo, y nos devuelve al momento presente de forma muy orgánica”, explica Klimowitz.

3. Respiración solar: un ritual consciente para empezar el día

La forma en la que comienza el día marca el tono de lo que viene. Esta práctica une luz natural, respiración y gratitud para equilibrar cuerpo y mente desde primera hora.

Cómo hacerlo:

Antes de mirar el móvil, acércate a la ventana y deja que la luz natural entre en tus ojos (sin mirar directamente al sol).
Coloca una mano sobre el pecho y otra sobre el abdomen.
Respira de forma profunda, lenta y presente.
Piensa en algo por lo que te sientas agradecido ese día.

“Este gesto simple tiene un gran impacto: la luz solar matinal desactiva la producción de melatonina, la hormona que regula el sueño, y activa el ritmo circadiano, ayudando a que el cuerpo entienda que es momento de estar despierto y alerta. La luz natural estimula células especializadas en la retina (las células ganglionares intrínsecamente fotosensibles) que envían señales al núcleo supraquiasmático, nuestro “reloj biológico” en el cerebro.”, señala Klimowitz.

Vacaciones también para la mente

“No necesitamos vacaciones de nosotros mismos, solo aprender a volver al presente. Y la respiración consciente es la vía más directa para lograrlo”, dice Andrea Klimowitz.

La desconexión no ocurre solo por estar en otro lugar. Ocurre cuando le damos al cuerpo las señales adecuadas para bajar el ritmo, dejar de anticipar, y simplemente estar.

Además, “al combinar esta exposición a la luz con una respiración consciente y un momento de gratitud, estamos activando áreas del córtex prefrontal, responsables de la toma de decisiones, la autorregulación emocional y la atención plena”, concluye Andrea.

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