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Pozuelero del Año 2014

Manuel Martín: "Los reconocimientos populares te llegan al corazón"
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Manuel Martín: "Los reconocimientos populares te llegan al corazón"

lunes 19 de enero de 2015, 08:00h
Manuel Martín vino al mundo con la ayuda del Doctor Cornago hace sesenta y cuatro años en un hotelito de veraneo situado en el Camino del Monte. Sus padres vivían en unas habitaciones alquiladas. De su infancia recuerda las vacas de Marcelo, fábricas de curtido y un arroyo. Y que a los suyos le conocían por los abisinios porque llegaron a Pozuelo cuando Italia se lanzó a la conquista de Etiopía.
Manuel Martín: "Los reconocimientos populares te llegan al corazón"
A la guerra jugó con otros niños en su barrio presidido por el lavadero y la fuente de La Poza. Ahora que la asociación cultural que lleva su nombre le acaba de entregar el Pozuelero del Año 2014 brotan los recuerdos como aquel agua que limpiaba las pieles y regaba las tierras de cultivo. Los impactos de bala en las paredes, los restos de alambrada, los bastidores al sol y sus paseos a la escuela nacional -hoy colegio Divino Maestro- con poco más de cinco años. De entonces y de su patio es la fotografía que le hicieron a lomos de una Vespa. Premonitoria si tenemos en cuenta que su vida profesional comenzó conduciendo camiones y autocares. Y que ha pasado tres décadas sentado al volante de un taxi.

Manuel Martín -Manolo para los amigos y Tío Manolo para los Scouts- asegura que, a pesar de la colonia, Pozuelo no era un sitio de ricos. Lleva mucho tiempo recogiendo imágenes antiguas y analizándolas. La fotografía es una de sus pasiones desde que hizo un curso por correspondencia. Debía tener dieciocho años. Luego llegaron la Pentax y el cuarto oscuro. Manolo rememora una imagen de las fiestas de 1942 y me dice que le sorprende que tres años después de la guerra -que obligó a muchas familias a abandonar el pueblo- las mujeres sonrieran de aquella manera. En el fondo le habría gustado capturar ese momento histórico de los primeros festejos patronales tras la contienda. Y eso que sus capturas se cuentan por miles.

Como los vecinos que han paseado por delante de su objetivo. Tiene la costumbre de hacer fotos -por afición y en calidad de testigo de los aconteceres locales- y regalarlas en formato 20x30. Por eso la alcaldesa, Paloma Adrados, le entregaba no hace mucho una placa de "colaborador" de la Policía Municipal y los responsables de la Casa de Extremadura una Encina de Oro el año pasado que no pudo recoger -su hija y su hermana lo hicieron en su nombre- porque estaba ingresado en el hospital. Tras contarme que permaneció allí cuatro meses muy grave y que se ha recuperado pero no curado reflexiona sereno y en voz alta. "La vida me ha dado una segunda oportunidad y no la voy a desaprovechar. Mis amigos, Antonio y Fune, me regalaron una escultura de los Reyes Magos en la entrega del Pozuelero del Año y ¿sabes lo que pone? pone ¡¡Lázaro!!".

El tiempo de conversación con Manolo pasa muy deprisa. Nos conocemos desde hace mucho pero es la primera vez que hablamos largo y tendido. Antes de encender la grabadora saludamos a un comerciante local y con ella encendida conversamos unos minutos con su primo Tomás. Lo extraño es que no hubiera más interrupciones. Medio Pozuelo le conoce y el otro medio ha oido hablar de él. Su mujer sabe que con su marido no puede salir a la calle. A Feli la conoció en uno de sus viajes en autobús.

- ¿Cuáles fueron tus comienzos profesionales?

Tras sacarme el bachiller en el colegio que Don José Luis abrió en la calle Las Flores con el nombre de Roma me fui a cumplir el servicio militar. Al volver comencé a conducir camiones. Siempre me había atraído el mundo de la conducción y a mediados de los setenta empecé a trabajar para una empresa de autocares que realizaba rutas por España y algunos viajes al extranjero. En uno de estos viajes a Suiza conocí a mi esposa. Fue una casualidad. De España salieron dos autobuses rumbo a Berna y yo conducía uno de ellos. El otro tuvo una avería y tuve que ir a recoger a sus pasajeros. Entre ellos iba mi mujer que había salido por primera vez de Soria para conocer mundo. Comenzamos a hablar de nuestras afinidades y surgió el amor.

Chicho Ibañez Serrador, la Biblia y el compromiso

El de Suiza fue el viaje más largo de Manolo al volante de un autobús. Luego se casó y sus jefes no quisieron alejarle de los suyos. Al contraer matrimonio el Pozuelero del Año 2014 vivió en Madrid donde nacieron sus dos hijos pero las raíces y otras circunstancias le devolvieron a su pueblo que por entonces se convertía en ciudad. Manolo cambió los autobuses por un taxi por aquello de acortar distancias. Y por recomendación de su mujer.

- ¿Cómo discurre la vida a bordo de un taxi?¿Recuerdas alguna anécdota sobre ruedas?

A ritmo de música clásica. Me gusta la música en general y la clásica en particular. Es una de mis pasiones y me he pasado más de treinta años escuchando piezas clásicas que los clientes agradecían sobre todo en los atascos como aquel pasajero al que le daba pena abandonar aquel oasis con sonata de Mozart. También manteniendo conversaciones cortas pero intensas. Es cierto que tienes la oportunidad de que te pasen cosas porque entras en contacto con gente muy diferente. No es como ir a la oficina y encontrarte cada día con los mismos compañeros. De vez en cuando subía alguien que me contaba problemas muy graves y cómo se enfrentaban a ellos. Ahora que me he jubilado recuerdo aquellos momentos y encuentro razones para seguir adelante. Y en cuanto a las anécdotas recuerdo un par de ellas relacionadas con Chicho Ibáñez Serrador y Luis García Berlanga. Los dos vecinos de Pozuelo se subieron a mi taxi. El primero comparte conmmigo el amor por la música clásica y recuerdo que de camino a Radio Madrid íbamos escuchando una pieza muy rara que no conocíamos y que no terminaba. Siempre decían el título al acabar así que como llegamos al destino y la obra no había acabado Chicho me dio su teléfono para que le llamase y le dijera el título y el autor. García Berlanga me contaba batallitas relacionadas con la guerra; era entrañable. Y en otra ocasión llevé en el taxi a un promotor de Ibermusica que me regaló dos entradas para el Teatro Real.

Manolo reconoce que el trato con el público y las experiencias compartidas le han proporcionado un mundo interior que ha cuidado con lecturas y filosofía. Maneja con soltura la Biblia y disfruta debatiendo sobre el cristianismo -que practica desde un punto de vista ético- convencido de que es una continuación de Platón, Sócrates y los Egipcios. Salvando las distancias podríamos decir que es como el buen samaritano dispuesto a ayudar sin esperar nada a cambio. Como cuando se ofreció para ejercer de fotógrafo de la asociación cultural La Poza hace 25 años. Como cuando buscando campamento para su hijo se encontró con el Grupo Scout Eslabón -conocía el movimiento- y con Fune (su gran amigo) y decidió colaborar activamente llegando a montar el Belén del Ayuntamiento. O como cuando buscaba participantes para el Día del Niño. O como cuando pasó por La Inseparable con Jaime Buhigas y su grupo de teatro.

- Desde siempre has tenido un vínculo especial con las asociaciones ¿Qué te lleva a participar y a fomentar la participación en la sociedad pozuelera?

Pues creo que todo ha venido rodado. Hay una etapa de mi vida muy densa en la que he saltado de una cosa a otra con una facilidad tremenda. Que los niños te cambian está claro y los míos me llevaron a montar un belén en mi casa que muchos vecinos visitaron y que ganó los primeros concursos. Aquello fue el germen del belenismo en Pozuelo. Y unos años después a Fune -con quien compartía experiencia Scout- se le ocurrió proponer al Ayuntamiento hacer un Belén. El primero lo montamos en 2003 en una carpa aledaña al Mira y el actual ya lo conoces... Yo siempre presumo de tener una visión de conjunto y por eso me he mostrado dispuesto a echar una mano. Con el Día del Niño pasó algo parecido. Fune quería hacer una fiesta para los niños de Pozuelo y yo me eché a la calle para conseguir participantes visitando hasta la Comisaría de Policía donde desde entonces me tienen fichado (risas).

- Hablando del Belén del Ayuntamiento ¿Cómo surge lo de introducir en los elementos autóctonos?

La gente piensa que un Belén es una representación exacta y milimétrica de Jerusalén pero eso no es así. El último de la Comunidad de Madrid era un homenaje a El Greco y había hasta iglesias ¡imagínate! En Pozuelo tratamos de darle un toque autóctono con elementos típicos de Pozuelo. Los soportes para secar las pieles con el ventilador son recuerdos de mi niñez y las puntillas obra de mi suegra y de la abuela de Fune quien ha tenido que volver a construir La Poza porque la primera estaba deteriorada. A los lugareños les gustan estos guiños a nuestra cultura y tradiciones y los que vienen de fuera descubren nuestro pasado. La característica principal de nuestro Belén es que es retorcido. No soporto las lineas rectas ni las simetrías. A la hora de crear las escenas me han ayudado mucho mis conocimientos de composición fotográfica.

Llegados a este punto una no puede sino afirmar que por méritos propios Manuel Martín García es el Pozuelero del Año 2014. Los responsables de La Poza se lo entregaban poco antes de Navidad. A Manolo le ha hecho muy feliz -aunque afirma que es de mucha gente- porque "los reconocimientos populares te halagan y te llegan al corazón". Aquí termina el mío.

  • En la escuela. Año 1956


  • Al volante en 1980


  • Manolo y su mujer. Año 1992


  • Primer Belén del Ayuntamiento. Año 2003.

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