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Desde el corazón de Pozuelo

Foto: Mara Saiz
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Foto: Mara Saiz

Los viajes de Gonzalo Montero

miércoles 03 de junio de 2015, 07:00h
Gonzalo Montero tiene veintiséis años y un alter ego; un músico atormentado en la vieja Europa de finales del XIX. Visionario, incomprendido y gran bebedor de cerveza como el emperador Francisco José. Josef Keller es un original concepto artístico que construye, a través de música, historia y literatura, un puente entre pasado y presente. Y que vive en la mente de quien ha sido alumno de Ray Davies -The Kinks- y prepara una tesina sobre los escritores de Viena.
Josef Keller
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Josef Keller
A Gonzalo es fácil verle pasear por Pozuelo. Con o sin guitarra. Lleva toda la vida viviendo en el centro y describe su lugar de residencia como un sitio muy interesante que conserva una imprescindible esencia de pueblo. A pesar de que ha conocido mundo... en busca de experiencias a Dublín tras acabar la carrera de Publicidad y Relaciones Públicas, por el simple placer de viajar o para visitar a su hermano que trabaja como profesor en un instituto de Budapest y al que debe la semilla musical.

La simiente ha crecido en la Escuela de Música de Pozuelo y se ha hecho fuerte en el Conservatorio Adolfo Salazar de Madrid. Gonzalo la ha mimado sin olvidar sus otras pasiones, la lectura y la escritura. Juntas se han fusionado en una vena artística difícil de clasificar. Toca la guitarra clásica, acústica y eléctrica pero no es un guitarrista convencional. Escribe los diarios de Josef Keller pero no es novelista tradicional. Compone canciones y música instrumental pero no es músico profesional. Cuesta creer que de pequeño tuviera tiempo para jugar al fútbol. Sonriendo reconoce que era muy malo y que enseguida se dio cuenta que dar patadas a un balón no era lo suyo.

- Porque lo tuyo era...

A los once años tenía muy claro que quería dedicarme a la música. También era consciente de que abrirme camino en el mundo del arte iba a ser complicado así que traté de compatibilizar la formación musical -diez años de guitarra- con otros estudios y me decidí por Publicidad y Relaciones Públicas. Es un mundo que me gusta, sobre todo su relación con la sociología y la psicología. Además creo que tiene mucho de arte; los primeros carteles publicitarios los hacían artistas que no se podían ganar la vida pintando. Hay un libro de Émile Zola, El Paraíso de las Damas que narra muy bien todo eso.

Jugando con la taza de café vacía -aunque lo suyo es el té (con leche)- me cuenta que la literatura también le tira mucho y que ha escrito algunos relatos y una novela que le encantaría ver publicada. Eso le ha llevado a cursar un Máster en Estudios Literarios. Ahora está terminando la tesina para comenzar la tesis el próximo año. Sobre Viena como espacio literario. Y Josef Keller -su otro yo- le está ayudando mucho. Y Freud -amigo de Keller- encantado. La mezcla de pasado y presente, de realidad y ficción sobrevuela la entrevista. Porque Gonzalo no quiere dejar fuera de contexto a Josef que aparece sin previo aviso. Es lo que tiene la doble personalidad.

Pero todavía es pronto para las presentaciones. Nos habíamos quedado en el mamá quiero ser artista de los once años. A los quince Gonzalo tocaba la guitarra eléctrica y disfrutaba con el blues y con el rock. Una década después -osea ahora- ha vuelto a lo sencillo convencido de que una buena canción es la que se sostiene con una guitarra acústica y una línea de voz. "Creo que eso hacían grandes como los Beatles, los Stones o los Kinks".

- Hablando de los Kinks ¿De qué conoces a su vocalista y compositor Ray Davies?

Mi hermano se enteró de que iba a dar un curso de composición musical -Ray Davies Songwriting Course- en un pueblo de la campiña inglesa llamado Totnes y de que existía la posibilidad de solicitar una beca. Nada más comentármelo me puse a investigar. Había que enviar a la institución británica Dartington un par de canciones y escribir unas líneas sobre por qué quería participar en el curso y qué creía que me podía aportar. Les hice llegar los dos temas; uno instrumental y otro cantado y tuve la gran suerte de ser seleccionado. Recuerdo que miraba todos los días el email para ver si me contestaban y cuando lo hicieron y lo leí no me lo podía creer. Recuerdo los nervios del primer día. Aquello fue maravilloso; mi única preocupación desde que me levantaba era escribir canciones y buscar la inspiración en la naturaleza. Quien me iba a decir que compartiría dos semanas con el compositor de una de las mejores bandas británicas... me impresionó su cercanía y su humildad. Pensaba, como mis compañeros, que pasaría por el curso a saludarnos y se marcharía pero no fue así y descubrí una forma de trabajo muy interesante.

La metamorfosis

De repente miro la grabadora. Hasta ese momento sólo me había fijado en Gonzalo y en sus ojos. Con los que también habla. Había dejado de dar vueltas y sentí una sensación extraña. Una mezcla de ¿y ahora qué? y ¡qué le vamos a hacer! Antes de que pudiera reaccionar mi vecino se marchó a por pilas. Y regresó convertido en Josef Keller, el personaje central de una ambiciosa propuesta basada en la música y la literatura.

- ¿Cómo surge la idea de poner en marcha un proyecto artístico en torno a la figura de un músico maldito?

Hace tres o cuatro veranos buscando nombre para nuestro grupo musical. Por aquel entonces tocaba con Quike Chaparro y otro amigo y se nos ocurrió el nombre de Josef Keller. Parecido -pero no igual- que el del personaje de la obra El proceso de Kafka. Lo que hice fue crear una mini biografía del personaje y aunque el grupo no llegó a nada Quike y yo seguimos desarrollando la idea y llegamos a la conclusión de que había que crearle una vida de artista atormentado que nos sirviera también para dar a conocer una época que me parece fascinante: el paso del siglo XIX al XX. Y lo descolocada que estaba una sociedad que recibía con sorpresa la llegada del asfalto o la luz a las ciudades. Hemos imaginado que la obra del músico quedó en el olvido y la estamos rescatando -componiendo y grabando- con la ayuda de otros amigos como Noelia Simon al chelo, Carlos Torres a los sintetizadores y Diego Alarcón a la percusión y a la batería.

Imagino lo complicado que resulta recrear el mundo de Josef Keller y a Gonzalo escribiendo los diarios del artista que sueña con musicalizar más adelante. Escucho los temas instrumentales del músico de ayer y miro a los de hoy en el estudio de grabación de Carlos. Entonces lo musical, lo literario y lo teatral se funden formando sonidos etereofónicos y resucitando a aquel que ayer murió en el olvido pero hoy tiene perfil en las principales redes sociales.

De repente el futuro de J.K. irrumpe con un espectáculo de voces en off y una exposición con música en directo. Con una performance en el Museo del Romanticismo. Con un recital en una pequeña sala o un café de Pozuelo. Ojalá.


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  • Junto a las ovejas del Belén. Pozuelo 1994


  • Con Ray Davies en Totnes. Agosto 2013


  • Josef Keller Banda. 2015

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