El decaimiento, estar más pálido de lo habitual o las ojeras son pistas que ayudan a los padres a identificar que un niño está deshidratado, una circunstancia que, junto con el golpe de calor, puede ser peligroso para los niños, especialmente los bebés.
Estos síntomas pasan, a veces, desapercibidos a los padres. Los médicos hacen especial hincapié en la importancia de la hidratación y así evitar visitas a las urgencias hospitalarias.
Si el niño orina poco, está más pálido de lo habitual, ojeroso o decaído puede estar deshidratado y es importante que se beba antes de tener la sensación de sed para evitar golpes de calor y deshidrataciones. Los niños, al igual que las personas de la tercera edad, no tienen muchas veces la necesidad de beber líquidos y tienen que ser los padres los que estén vigilantes para que beban agua. Los especialistas insisten en que los síntomas de la deshidratación son muy sutiles y en estas fechas hay que intentar beber más agua y hacerlo antes de que se tenga la sensación de sed.
Aunque es importante beber todo tipo de líquidos, el agua es lo más recomendable, ya que los zumos y refrescos no sacian la sed, generan más y tienen un aporte innecesario de calorías. El agua es la mejor bebida natural en todas las edades de la vida. También debemos estar alerta ante el peligro de los golpes de calor en los más pequeños y el peligro que supone dejarlos solos en los coches. En este caso los niños sufren dolores de cabeza, vómitos y en los casos más graves, pueden llegar incluso a fallecer.