28 niños y adolescentes de entre 6 y 15 años, en su mayoría de familias con rentas bajas o en riesgo de exclusión social, han sido los beneficiarios de este programa municipal. La encuesta realizada a los asistentes muestra que todos los participantes declaran conocerse mejor, haber aprendido nuevas formas de relacionarse y sentirse mejor consigo mismos.
La iniciativa, enmarcada en el dispositivo de apoyo psicológico a niños y adolescentes con Trastornos del Espectro Autista (TEA) con alta funcionalidad, dislexia, discalculia, trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDA y TDAH) y otras necesidades educativas especiales, ha dado respuesta a un triple reto: la soledad y falta de contacto con los amigos; el confinamiento y distanciamiento social; y la necesidad de seguir el curso escolar desde casa.
El objetivo era crear un clima de confianza entre los participantes que fomentase la ruptura de estigmas y facilitase el apoyo entre iguales. Las sesiones, mayoritariamente grupales, se han realizado a través de videoconferencia, priorizando la seguridad de los asistentes.
En el éxito del proyecto ha sido esencial la colaboración con Cláritas, centro especializado en el tratamiento de niños y adolescentes con dificultades cognitivas y de aprendizaje. Ofrece un servicio integral de tratamientos psicológicos a través de un equipo de profesionales cualificados y en continua formación que prestan atención online, a domicilio y en clínica.
“Los jóvenes con TDAH o autismo son especialmente vulnerables al confinamiento y las restricciones de movilidad. Expresar sus emociones en un entorno amigable, y contar con la adecuada orientación profesional, mejoran su calidad de vida”, según María Feliu, psicóloga del Instituto Cláritas especializada en niños y adolescentes.
Gracias a este programa, los asistentes cuentan con nuevas herramientas que les facilitan la identificación y gestión de sus emociones, y han sentado las bases para una mejora de su autocontrol y sus habilidades sociales.
Reforzar la asistencia en la pandemia
Los cambios y la incertidumbre generados por la crisis sanitaria atacan frontalmente las necesidades específicas de las personas con TDAH, dislexia o autismo, entre otros trastornos.
Por tanto, esta crisis está siendo mucho más complicada de gestionar que para el resto. Por un lado, la actual necesidad de distanciamiento social es especialmente complicada para los adolescentes que, de hecho, se encuentran en una fase donde necesitan todo lo contrario. Por otro, tanto los jóvenes como sus padres o tutores están sobrecargados por el esfuerzo que supone sacar el curso en casa.
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