“El verano genera un efecto engañoso en la piel: parece que mejora, pero en realidad la exposición solar es una de las principales causas de radicales libres, que debilitan la barrera cutánea. Cuando el pH se altera, la glándula sebácea incrementa la producción de sebo y los poros se obstruyen. El resultado es que, al volver a la rutina, la piel responde con brotes que muchas veces sorprenden a quien los sufre”, explica.
Factores comunes que contribuyen a los brotes postverano
- Acumulación de células muertas.
- Deshidratación cutánea.
- Uso de protectores solares no adaptados al tipo de piel.
- Estrés ambiental y cambios bruscos de temperatura.
Todos estos factores alteran la función barrera de la piel y la hacen más reactiva.
Recomendaciones para prevenir y tratar los brotes
Según Verónica, es fundamental seguir una rutina adaptada al final del verano:
- Limpieza suave y constante: usar productos específicos para pieles con tendencia acneica, siempre respetando el equilibrio cutáneo.
- Exfoliación controlada: eliminar células muertas y desobstruir los poros con activos adecuados, evitando la sobreexfoliación.
- Hidratación ligera y equilibrada: restaurar la barrera cutánea para prevenir la sobreproducción de grasa.
- Protección solar adaptada: continuar utilizando protectores solares no comedogénicos, que protejan sin agravar el acné.
- Consulta profesional: ante brotes persistentes o severos, lo más recomendable es acudir a un especialista para recibir un tratamiento personalizado.
Con una rutina adecuada y el acompañamiento profesional, la mayoría de los brotes postverano pueden controlarse eficazmente, evitando cicatrices y devolviendo a la piel su equilibrio y salud a largo plazo.