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La mano que mece la cuna

viernes 03 de mayo de 2013, 09:52h

Traer un hijo al mundo es una maravillosa y arriesgada apuesta, es asumir que el amor y el dolor, el miedo y la duda, la satisfacción y la frustración serán tus compañeros de por vida.

La maternidad humana es una experiencia decisiva, un estado permanente e irreversible, un proceso sin fin lleno de luces y sombras. No es la humana una maternidad instintiva y es, por ese motivo, que en un primer momento las mujeres no saben cómo tienen que actuar, se sienten frágiles, desorientadas e inseguras, van aprendiendo a ser madres en la medida que van forjando un vínculo muy especial con su hijo. Es ésta, una relación que nunca terminará de definirse y que siempre estará marcada por la incertidumbre de si se está haciendo lo correcto.

La maternidad siempre ha estado rodeada de mitos y leyendas relacionadas con la procreación, pero ése es solo el primer acto de una puesta en escena orquestada por una madre y un hijo. Durante un tiempo ellos son los dos únicos actores del gran teatro del mundo, un tiempo en el que el hijo se confunde con la madre y la madre se confunde con el hijo, un tiempo en el que forman una díada amorosa que será el prototipo de amores futuros, pero que afortunadamente, es lo suficientemente imperfecta para que en el segundo acto, el padre entre en escena.

Conviene aclarar que la función materna no tiene que estar representada necesariamente por la madre, tampoco es algo que tenga que ver con el género, lo que realmente importa es que quien la desempeñe, lo haga bien. Según D. Winnicott, la mayor parte de las madres son suficientemente buenas, ya que en un primer momento gratifican e ilusionan a su hijo, para más tarde frustrarle y desilusionarle. Con esto consiguen que el niño se distancie de ellas y pueda abrirse al mundo del deseo, de lo contrario quedaría fijado a su madre, teniendo esto funestas consecuencias para su desarrollo psíquico.

El significado de lo que es ser madre es distinto y único para cada mujer y va a depender de multitud de factores, como son: el contexto económico y social en el que la madre esté inmersa, si el hijo forma parte de su deseo o no, lo que representa ese hijo para ella, lo que espera conseguir y lo que teme perder con la maternidad, la relación que tuvo con su propia madre, la relación con su pareja, la maternidad en solitario…

Hay muchos tipos de madres, madres que ayudan a que su hijo crezca, madres que impiden que su hijo crezca, madres distantes, madres cercanas, madres posesivas, madres protectoras, madres sobreprotectoras… En definitiva cada una en función de los recursos que tenga, hará lo que pueda.

Hay un día al año, en el que las madres reciben un pequeño y merecido homenaje porque son ellas quienes sostienen el mundo. 


Concha Jiménez
Psicóloga

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