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In Memoriam Jesús Mora

Jesús Mora y el director de Hipercor Pozuelo, José Celso Baragaño durante la entrega del Premio de Pîntura Joven. 'La Voz de Pozuelo' y 'El Foro de Pozuelo' organizaron el certamen durante años con el patrocinio de la obra cultural de El Corte Inglés.
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Jesús Mora y el director de Hipercor Pozuelo, José Celso Baragaño durante la entrega del Premio de Pîntura Joven. "La Voz de Pozuelo" y "El Foro de Pozuelo" organizaron el certamen durante años con el patrocinio de la obra cultural de El Corte Inglés.

Hasta siempre, maestro

lunes 22 de agosto de 2016, 07:00h
Quizás este sea el In Memoriam más complicado de cuantos he escrito a lo largo de los años. Porque está dedicado a quien me enseñó a confeccionar el formato periodístico que recuerda a las gentes que se van y su obra. A veces inacabada. No es el caso de Jesús Mora Moreno.

A mi maestro le vi la primera vez siendo una niña. Una vez que fui con mi madre a El Buscón, la papelería que regentaba su mujer -Magdalena- en Los Sauces. Me crucé con sus chispeantes ojos bajo unas cejas rebeldes. Por aquel entonces nada me hacía pensar que me pasaría más de una década frente a ellos.

Poco después supe que era periodista. Y padre de María, una compañera de clase. Mucho más tarde me enteré de que había trabajado treinta años en Televisión Española desempeñando cargos de alta responsabilidad como el de Director de los Servicios Informativos -en plena transición política- o el de Jefe del Equipo de Sus Majestades los Reyes de España en numerosos viajes oficiales dentro y fuera de nuestras fronteras.

Suena el teléfono. De casa*. Es María. Un día de septiembre de 1994. Me dice que su padre quiere hablar conmigo en la oficina de La Voz de Pozuelo. Era la revista municipal. Sabía que Jesús la había fundado en 1984 porque me encantaba leerla cuando caía en mis manos. En aquellos días yo andaba pendiente de pagar las tasas universitarias y cambiar de turno. Quería asistir en horario de tarde a mis clases de cuarto de periodismo porque llevaba tiempo colaborando con varios medios como corresponsal en la zona noroeste de Madrid. Dando los primeros pasos, o mejor las primeras carreras, para sacar cortes y montar crónicas a tiempo o enviar antes del cierre -via fax- artículos a las redacciones.

- ¡Claro! Le dije. Allí estaré. Cuando llegué a la sede de La Voz de Pozuelo me recibieron con una sonrisa y me indicaron que el despacho del director estaba al fondo del pasillo. Antes había dos puertas abiertas a la derecha. En la primera sala un chico con melena miraba fíjamente a la pantalla de un ordenador más grande de lo normal. La segunda estaba vacía pero había una máquina de escribir sobre una mesita con ruedas junto a una ventana vertical y dos o tres carpetas encima de la mesa escritorio.

- Pasa, Asunción, por favor. Jesús Mora me había llamado porque ¡le gustaba mi forma de escribir! Me dijo que había leído algunos de mis artículos y que tenía la impresión de que era un diamante en bruto. Que pulirme era cuestión de tiempo. Y me ofreció un contrato de trabajo. El primero de mi vida. Con 21 años y todavía en la facultad no podía creerlo. Jesús me había dado una oportunidad. A la hija del albañil que estudiaba con beca. Quizás porque él también la tuvo y supo aprovecharla.

Tachones, Sofía Loren y Yes

Había llovido desde que mi jefe dejó su pueblo manchego en busca de un futuro menos arraigado a la tierra. Creía en la superación generacional y en la España de las nuevas oportunidades y me lo demostró con su Paisaje con Figura; una reseña que firmó cuando pronuncié el pregón de las Fiestas de Pozuelo. Aquellas palabras junto a la foto en mi barrio de los Elementos -y sus descacarilladas- paredes me llegaron al alma. Sentí que me había pulido. Los tachones a lápiz en mis textos mecanografiados y sobre ellos una letra ininteligible -que por méritos propios acabé entendiendo perfectamente- y alguna que otra equís en párrafos completos habían dado sus frutos.

Son tantas las lecciones aprendidas, las experiencias vividas, las anécdotas acumuladas, las risas, los llantos y los ruegos -para los plenos cuando fue concejal del Ayuntamiento de Pozuelo- compartidos... Me quedo con sus historias de seminario y de cocido con colegas de la escuela de periodismo. Con sus revelaciones sobre Lola Flores. Con el peculiar servicio de habitaciones de un hotel de Paris. Con su verdadero nombre de pila y con su paseo por el parque -del Retiro- con Sofía Loren. Ah! y con los que daba por las calles de un Pozuelo que cambiaba a pasos agigantados -como recuerda su hijo mayor- con Yes, un husky siberiano.

La última vez que nos vimos Jesús estaba leyendo los periódicos en la biblioteca Rosalía de Castro. Lo hacía a diario. Como cuando estaba en la oficina. Como buen periodista. Antes de confeccionar, a golpe de tijera, el resumen de prensa y adjuntar novedades a su archivo de fotos. Antes de dictarme alguna carta o el sumario porque yo paseaba por el teclado -primero de la olivetti y después del pequeño macintosh- con menos violencia. Nos sonreímos.

Cuando leí el whatsapp de María para ponerme al tanto de lo que había pasado en el último mes me quedé sin palabras. Pero siempre vuelven. De eso, Jesús, en parte, la culpa es tuya. Buen viaje maestro.



(*) En 1994 la mayoría de los españoles vivíamos sin móvil y los ordenadores tenían un uso, sobre todo, profesional

De izquierda a derecha: José Celso Baragaño, Arturo Prins -ganador del Premio de Pintura Joven- y Jesús Mora
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De izquierda a derecha: José Celso Baragaño, Arturo Prins -ganador del Premio de Pintura Joven- y Jesús Mora
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