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Adiós a un curtidor de Pozuelo

lunes 14 de enero de 2013, 07:15h

Hace unos días nos dejaba un pozuelero de pro, uno de nuestros últimos curtidores: Don Dionisio Tomás Gabán Álvarez. Para los amigos, Tomás Gabán.

Nació el 8 de Abril de 1926 en un Pozuelo agricultor, de huertas renombradas, donde los talleres de curtidos formaban parte del paisaje que apenas había cambiado en siglos.

En su retina quedó aquel oficio que siendo chico aprendió y cuando ya mayor y jubilado, se acercó a la Asociación Cultural La Poza, nos trajo como presente, su saber inmenso y su memoria prodigiosa. Gracias a él, se recompusieron y se restauraron las peculiares máquinas de curtido que se exponen actualmente en el aula de la naturaleza y que suponen un patrimonio importantísimo de nuestra historia.

Tomás nos brindó sus palabras repletas de conocimientos cuando hace unos años quisimos recuperar la memoria de nuestro pueblo a través del proyecto de Historia Oral. Él nos dejó para la posteridad el relato completo y detallista del proceso tradicional y artesano del curtido tal y como se hacía antes y después de la guerra. Tampoco tuvo inconveniente pese a su avanzada edad en desplazarse a Valladolid, único lugar donde aún existen talleres capaces de recuperar este tipo de maquinaria.

Sin sus indicaciones y su presencia, las máquinas del curtido jamás podrían haber sido restauradas. Todo este esfuerzo lo hizo con el objeto de ver cumplirse el sueño de un espacio donde todo este saber artesano y único del proceso del curtido en Pozuelo pudiera albergarse.

Pintor de la memoria

Artista vocacional, pintor de la memoria, de su mano autodidacta salieron las actuales estampillas de las aleluyas con motivos alusivos a oficios y lugares de nuestro antiguo Pozuelo. Desde entonces, cada domingo de resurrección, se lanzan al vuelo sus dibujos de la Poza, de las lavanderas y de los curtidores, de la Fuente de la Salud y de la torre de la Iglesia. Retazos innolvidables que nuestros niños recogen presurosos del suelo, sin saber que hace ya mucho tiempo, el pueblo que muestran cambió para siempre.

Por todo ello, en 2011, quisimos desde la Asociación Cultural La Poza  homenajearle otorgándole el premio Pozuelero del año. Fue una noche entrañable donde Tomás recogió con orgullo y humildad un premio que reconocía su labor desinteresada por mantener el recuerdo de un oficio que amaba y que permanecía en su memoria tan vivo y tan presente como el cariño inmenso a este pueblo.

Ahora que nos ha dejado, Pozuelo de Alarcón llora por este  hombre menudo que guardaba un bagaje humano enorme. Desde la Asociación Cultural La Poza queremos mostrar nuestro dolor y nuestro luto sincero. Ojala, no caiga en el olvido ni su memoria ni su oficio.

 

 

María Jesús Ruiz Rodríguez

Asociación Cultural La Poza

Fotografía: Gregorio Rodríguez

 

 

 

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