Es uno de los empresarios más importantes de este país, vive en Pozuelo y está preocupado por los obstáculos que se están poniendo a quienes tienen la capacidad para generar empleo en España. También por el futuro de la generación mejor preparada de la historia. Antonio Catalán cree que valores como respeto, esfuerzo y sacrificio -que han marcado su trayectoria profesional- ahora se han diluido y que todo va muy deprisa. Tanto que compramos a nuestros hijos la bicicleta antes que el triciclo. Y de bicicletas sabe un rato. Hace más de dos décadas y para cumplir una promesa a raíz del accidente de su hija Carlota decidió hacer la Ruta Xacobea sobre dos ruedas con cuatro amigos. Desde entonces no ha faltado un sólo año. Pedalea a diario para salir en verano junto a un pelotón de medio centenar de deportistas. Durante una semana por los puertos de España trata de mantenerse ajeno a los planes de expansión y a las nuevas aperturas, empapándose -a veces literalmente- de aventura.
Como es un gran conversador Antonio lo mismo te habla de la democratización de la moda y el descanso que del cerdo ibérico. Aunque por tiempo limitado posee el título de Matancero de Honor de Guijuelo y otros de tipo gastronómico como el de Cofrade de Honor de la Cofradía del Espárrago de Navarra. Y aunque le han dejado buen sabor de boca la Gran Cruz de la Orden del Mérito Civil y el Premio a la Trayectoria Empresarial y Profesional de la Cámara Navarra de Comercio e Industria nada comparable con una tapa de jamón y un "cojonudo" de su tierra natal.
- ¿Qué recuerdos tiene de su infancia?¿Tenía claro que se dedicaría al mundo empresarial?¿Pensaba por entonces en adquirir y dirigir un hotel?
Mi padre siempre decía que si el padre era pastor el hijo tiene que ser ganadero. Mi padre tenía un taxi en Corella, nuestro pueblecito de Navarra y mi madre un estanco. Y entre el cura, el maestro y mi padre una bodega. Más tarde le concedieron una gasolinera. Toda mi niñez giraba en torno al mundo de los negocios. Recuerdo frases salomónicas como más vale perder que más perder. Aquella generación de posguerra tenía que buscarse la vida para salir adelante, aquel era un mundo tan diferente al actual... Y recuerdo que todos mis amigos iban a distintos seminarios aunque ninguno tenía ninguna vocación pero aquella era la única forma de estudiar gratis y a partir de ahí a la universidad. La España de antes tiene poco que ver con la de ahora. Antes te hacían un jersey y cuando se rompia lo deshacían y volvían a tejerlo y te ponían como corazones de cuero para tapar los agujeros. Guardo buenos recuerdos de la infancia y referencias. No como ahora que todo va tan rápido y a nuestros hijos les hemos comprado la bicicleta antes que el triciclo. Creo que valores como el respeto, el esfuerzo o el sacrificio se han perdido un poco.
- Su andadura empresarial comienza hace tres décadas con los regalos en metálico recibidos en su boda ¿Cómo valora hoy la apertura de su primer hotel el Ciudad de Pamplona?
Esta historia nos daría para escribir un libro apasionante. Yo me casé y mi suegro nos dio un millón de pesetas. Mi padre hizo lo mismo. Ya teníamos dos y de la lista de bodas salió el tercero. Aquello más que una aventura empresarial fue un riesgo infinito pero yo estaba convencido de que faltaban hoteles. Me decidí por abrir uno porque al terminar la carrera empecé a trabajar en un hotel de carretera que mis padres construyeron junto a la gasolinera. En aquella época estaba todo por hacer y con esfuerzo, trabajo y sentido común funcionaba casi todo. Tenía vocación empresarial pero no quería trabajar con mi padre, necesitaba independizarme.
Radiografía económica y bicicletas
Independencia para liberarse del miedo. Que según el empresario flotaba en el ambiente de un país militarizado. Ese país en el que creció y que no puede compararse con el actual. Aprovechando la coyuntura comienza a reflexionar sobre el cambio que supuso la llegada de la democracia y de los ciclos económicos que han marcado los gobiernos recientes. Dice que la primera legislatura de José Luis Rodríguez Zapatero fue fantástica, que Mariano Rajoy no aprovecha la mayoría absoluta para sacar adelante al país, que se engaña a la población manejando los datos; sobre todo en materia laboral con frivolidad, que tenemos la generación más preparada con las menores oportunidades y que hasta que no se solucione el tema financiero aquí no hay nada que hacer. Después reflexiona en voz alta sobre los complejos de los españoles culturalmente limitados por llegar más tarde que el resto a la democracia y a las instituciones. "Los españoles somos gente trabajadora, con buena cabeza, ingeniosos y mejores de los que aparentamos".
El presidente de AC Hoteles cree que a las generaciones venideras les va a tocar salir fuera porque en España van a quedar puestos de trabajo cada vez más bajos y con menos sueldos porque el problema más grande que tiene nuestro país en este momento es la falta de recursos financieros. También que lo más duro de la crisis no es que haya seis millones de parados sino que hayan desaparecido un millón de empresarios porque ellos son el verdadero motor de la econonía, los únicos capaces de crear empleo. "Hay que facilitar las cosas a las PYMES. Si no hay crédito no hay crecimiento y si no hay crecimiento hay más paro. Como decía Churchill querer salir adelante a base de impuestos es lo mismo que sentarse encima de un cubo de basura y tratar de tirar del asa para que se mueva".
- En 1998 inicia una nueva etapa profesional con AC Hotels. Tras 20 años al frente de NH decide vender su participación ¿Qué le lleva a tomar esa decisión?¿Le resultó difícil?
Seguramente si no hubiera entrado COFIR como socio yo no me hubiera movido de NH. Los mundos de los empresarios y de los financieros son muy diferentes. Los intereses son distintos y el entendimiento costaba. A los empresarios no gustan la marca, el proyecto y las personas. No me resultó difícil tomar la decisión porque no pensé lo que iba a pasar al día siguiente y ahora tampoco lo pienso. Si AC Hoteles desapareciera mañana estaría montando la tercera cadena. Mis hijos mayores aprendieron a decir NH antes que papá y mamá y los pequeños AC antes que papá y mamá.
- ¿Cómo surge en 2011 la alianza con el grupo americano Marriott Internacional?¿Qué supuso para su compañía?
Todo el mundo piensa que fue una decisión absolutamente inteligente y la realidad es que vinieron a buscarnos. No se lo que hubiera pasado sin la entrada de Marriott con 5000 hoteles y culturas diferentes. Soy el único socio que tienen en este momento y he conseguido hasta que Arne Sorenson, su presidente (muestra una foto con él y otros responsables de la cadena americana delante de una litografía de Miró) participe en la Ruta Xacobea. Ahora hemos abierto brecha en EEUU y estamos colocando la marca. Aquí somos como una república independiente pero lógicamente ha supuesto un cambio. Ahora estamos metidos dentro de un paquete de comercialización superpotente. Me dí cuenta el día que presentamos la marca en el hotel del grupo en Nueva York. Pregunté a Arnie qué beneficio de gestión tenían y me dijo que facturaba tres veces lo que AC... ¡un sólo hotel!
- Alrededor de 5.000 hoteles en más de 72 países. Su empresa ha desembarcado en Estados Unidos y América Latina con aperturas México DF, Panamá y Río de Janeiro ¿Había soñado alguna vez con este gran éxito empresarial?¿Cuál es la clave?¿Qué hace de sus hoteles lugares únicos?
La culpa del éxito empresarial de AC Hotels la tienen las personas que trabajan conmigo. Tratamos de hacer las cosas lo mejor posible. Marriott quería crecer y para ello tenia que hacer algo aquí. Cuando se fijaron en nosotros el proyecto era muy claro y la operación fue relativamente facil. Ahora vuelvo la vista atrás y si volviera a empezar no montaría una marca sino una operadora hotelera. El problema de España es que tiene mucha marca pequeña y la clave es estar en un grupo potente para poder comercializar porque si no estas en manos de los intermediarios. Es el caso de Marriott que es un conglomerado. Ellos están convencidos de que en los próximos diez años se abriran 500 hoteles en EEUU y al paso que vamos no tengo la menor duda. Nosotros ponemos la imagen, el diseño, los estándares y ellos controlan el mercado.
Intentamos ser un poco el Zara de los hoteles con el concepto bueno, bonito y barato. Los españoles hemos democratizado moda y turismo. Cuando yo era pequeño te compraban una trenka y el color ni siquiera importaba. Yo creo que los operadores españoles sobre todo en las costas son los mejores del mundo con diferencia: Riu, Meliá, Barceló... Los precios son fantásticos y se encuentran en sitios maravillosos. Operando somos mejores que los americanos. Nuestros hoteles son lugares únicos porque representamos lo urbano. Queremos dar al cliente lo que necesita tratando de buscar soluciones para aprovechar cada vez más los espacios con fórmulas imaginativas.
- Las Rutas Xacobeas son su especialidad ¿Cómo nace y en qué consiste este peregrinaje sobre ruedas que ha superado las veinte ediciones?
El verano pasado celebramos la vigésimo tercera edición. La historia es que mi hija Carlota sufrió un atropello con tan sólo dos años. La ingresamos muy grave en el hospital. Yo hice la promesa de ir a Santiago en bicicleta si se salvaba. El primer año fui con cuatro amigos, se me rompió la cadena y me lesioné. Tenía que llegar y lo hice como pude; con la pierna vendada, infiltrado. Fue tremendo pero muy emotivo. Hoy somos más de cincuenta deportistas. Durante estos años hemos variado la ruta pero ahora con tantas bicicletas y los tandem de la ONCE hemos buscado un recorrido con menos tráfico. Formamos un pelotón de lo más variopinto con ciclistas fijos como Miguel Indurain y Serafín Zubiri, cocineros, empresarios. La etapa más dura de la ruta es la etapa Ponferrada-Portomarin porque atravesamos varios puertos: Piedrafita, O Cebreiro y El Poyo. Somos como una familia y lo pasamos estupendamente. Yo me preparo todo el año para hacer la Ruta Xacobea la última semana de junio porque es mi vía de escape. Durante estos años he acumulado muchas y gratas experiencias.
Y chubasqueros, unos encima de otros, para protegerse de la lluvia. Antonio acerca su silla a la estantería y saca de entre las carpetas un álbum de fotos que hizo su hijo Ignacio sobre una de las escapadas. Sigue hablando de su pasión. Y de la veintena de bicis de repuesto que van en un camión. Y del alcalde de Corella, el presidente de Volkswagen, el pentacampeón del Tour de Francia y los aparatos electrónicos que lleva Zubiri. Y sin darse cuenta descubre que el tiempo no corre... vuela. Levanta la vista del reloj y confiesa que gracias a esta afición suya -que la mayor parte del tiempo es indoor- lee alrededor de setenta libros al año. Tiene otra: su finca de Cáceres. Por la que caminan los cerdos. Acabamos charlando de la matanza, el jamón de bellota y el Landismo de Alfredo Landa. Nos despedimos tras la foto finish. Con los tejados de La Finca al fondo.