A los quince años pierde a su madre y comienza a hacer más vida en Pozuelo. Aunque vivía en el barrio de Echegaray -así dice Jose que llaman los viejos del lugar al de Las Flores- Cocheche -así recuerda que le llamaban a él- pasaba la mayor parte del tiempo en Madrid donde su padre tenía un negocio. Pero los fines de semana aprovechaba para devorar películas en el cine Dalia y en fiestas no se perdía un encierro.
Tiene discapacidad sensorial y por eso lleva gafas, física por un problema cardiaco y psíquica. Ninguna le ha impedido llevar una vida normal y asegura que no se ha encerrado nunca. Ni en casa ni en sí mismo. Eso le ha llevado a ponerse varias veces delante de una cámara y hace un mes de quinientas personas que acudieron al Auditorio Antonio Vicente Mosquete de Madrid para celebrar el 50 Aniversario de la Confederación Española de organizaciones en favor de las personas con discapacidad intelectual o del desarrollo (FEAPS). Con bigote y un chaleco modelo Dúo Dinámico -que Sarita, su monitora de piso le ayudo a elegir de entre su ropa- para trasladar al público a los orígenes de FEAPS y una compañera de viaje que, en términos taurinos, le echó un capote "porque era la primera vez que me enfrentaba al respetable en directo y estaba muy nervioso". En el acto hubo más representación de Pozuelo: diecisiete músicos con y sin discapacidad de la Escuela Municipal de Música y Danza que improvisaron una pieza de Jazz.
Jose Gómez lleva tres décadas vinculado a Afanias. En 1984 y a través de la intermediación de una trabajadora social comienza a acudir al centro ocupacional que la Asociación Pro Personas con Discapacidad tiene en Pozuelo. Comenzó como manipulador de papel. La de catálogos de Ortiz que habré montado -dice moviendo la mano y sonriendo- antes de ser ordenanza y realizar todo tipo de gestiones. La directora, Lourdes, vio que se desenvolvía perfectamente y le confío diferentes trámites, unas veces en Correos y otras en la calle Orense. Vamos que Jose ha sido y sigue siendo usuario del transporte público.
- Pero al rodaje de la película LEO en la que apareces junto a Iciar Bollaín ibas en coche ¿Qué recuerdas de tu experiencia cinematográfica?
- Recuerdo que la directora de Afanias me seleccionó para acudir a un casting en el que buscaban una persona con discapacidad pero capaz de estudiar un guión. A la prueba, que consistía en retener e interpretar un trocito del guión de una película, nos presentamos unas cien personas. Yo no sabía quien era Jose Luis Borau ni tampoco Iciar Bollaín. Y de repente me entero de que me han cogido y me veo en el rodaje con un libro de un montón de páginas que tenía que estudiar. Tengo que decir que en el centro ocupacional tuve mucho apoyo y me lo pusieron todo muy fácil aunque durmiera en la enfermería (risas) para no perturbar el sueño de mis compañeros. Porque había veces que el coche me traía de vuelta del rodaje en Cobo Calleja o Arganda del Rey a las tres de la madrugada. La película supuso mi primero contrato laboral como actor.
- También un antes y un después en un cine social que apostaba claramente por la integración ¿No?
- Claro. Creo que fue la primera película española en la que se hace visible la discapacidad de una manera real porque las producciones nacionales en las que aparecen actores con sindrome de down o discapacidad se cuentan con los dedos. Los directores prefieren utilizar actores normales entre comillas y disfrazar la realidad porque creen que podemos fallar y yo creo que eso es una equivocación. Lo de maquillar las cosas nunca me ha gustado. Después Pablo Pineda rodó "Yo, también" y hasta hoy. Superar las barreras no es fácil para nadie. Yo tengo amigos con discapacidad física que son doctorados y me han reconocido que hay que superar muchos obstáculos. Imagínate a los que se enfrentan las personas que tienen una discapacidad psíquica y llegan a ser profesores.
- Tú siempre has sido uno más. Creo que se lo dejaste bien clarito a José Luis Borau...
- Borau que en gloria esté me mandó un asistente. Y de repente veo al asistente preparándome un café así que ni corto ni perezoso me voy al director de Leo y le digo que yo no era ni cojo ni manco y que si quería un café me lo preparaba yo. Así que el hombre alucinó pero aquello fue el comienzo de una bonita amistad. Me he preparado muchos cafés en mi vida y también cocino en casa si es necesario.
- Ahora vives en un piso tutelado de Afanias ¿Verdad?
- Si desde hace diez años. Muy cerca de la residencia en la que estuve un tiempo y de mi barrio de toda la vida. Compartimos piso siete personas con diferentes grados de discapacidad. Como trabajamos fuera de casa una cocinera nos prepara la comida pero cada uno realiza su tarea. Tenemos un cuadrante con fotogramas que se adapta al nivel de lecto-escritura de todos y yo creo que convivir es un paso más hacia la normalización.
- Háblame de tu trabajo ¿En qué consiste?
- Trabajo en las tiendas libres de impuestos del aeropuerto de Barajas, ahora Adolfo Suárez. En los Duty Free. Soy mozo de almacén y me encargo de preparar los pedidos para las tiendas. Mi horario de entrada es a las 11:00 horas de la mañana y salgo a las 15:0 horas. La única pega es que tardo una hora y pico en llegar y otra hora y pico en volver. En lo que era el antiguo depósito franco, donde se quedaba todo hasta que se pagaban los aranceles, meto los productos en cajas y después las recoje un camión que se encarga del reparto. Llevo dos años trabajando con contrato en plena crisis así que me considero un afortunado. Además el horario me permite hacer cosas por la tarde y echarme unas risas con los amigos viendo el fútbol en un bar que hay cerca de mi casa.
- Pero yo diría que disfrutas más delante de las cámaras que con los goles ¿Me equivoco?
- No. El fútbol me divierte porque lo veo con gente de diferentes equipos y nos picamos sanamente pero lo del gusanillo del cine o las series no hay quien me lo quite. Después de LEO salí en un episodio de El Comisario, en el que coincidí con Juanjo Artero y estuvimos hablando de cuando el vivía aquí y de su padre, y en otro de Hospital Central que se grabó en Pozuelo y más concretamente en la galería comercial de la calle Reina Mercedes. Fíjate me la conozco de memoria; pues no habrá comprado en sus pueblos y bajado por su pronunciada rampa. Me acuerdo que el día en que se grabó el capítulo, en el que yo salía de extra, avisé al jefe de producción de la peligrosidad de la rampa pero me despidió con un "y tu que sabrás". El caso es que uno de los actores se cayó y como yo había avisado al de producción le echaron la bronca (risas).
- Lo más reciente con cámaras fue tu transformación en Super Jose ¿Cómo y por qué te convertiste en Super Persona?
- Por una campaña de FEAPS para hacer visible la contribución que muchas personas con discapacidad intelectural hacen para mejorar su situación y la de quienes les rodean en tiempo de crisis. Yo era un ser especial que quería mostrar al mundo mis superpoderes en un spot para reivindicar nuestra integración en la sociedad. Fue en noviembre y yo me presenté sin decir nada de mis trabajos anteriores. Lo dije al final cuando ya me habían cogido para salir (risas). Lo hicimos en una mañana en un edificio de oficinas de San Sebastián de los Reyes y como siempre me lo pasé muy bien.
Aunque Jose ha tenido novia ahora está soltero y sin compromiso. Reconoce que le gustaría encontrar a su media naranja pero que tiene los pies en el suelo si se trata de formar una familia. No están los sueldos -asegura con rotundidad- como para tener hijos. Con el suyo se compra la ropa, paga el teléfono móvil, entra y sale. Es aficionado a la fotografía y tiene un portátil desde el que se conecta con el mundo y los demás a través de facebook. Los fines de semana aprovecha para visitar a sus hermanos y cuando puede colabora con proyectos de carácter municipal como la gymkana matemática o profesor por un día. También se preocupa por la actualidad nacional y antes de despedirnos me dice que el último libro que ha leído es de Miguel Ángel Revilla y que se creerá que España remonta cuando baje la cifra del paro.