www.enpozuelo.es

Un atardecer en Pozuelo, por Leonor González

martes 30 de octubre de 2012, 08:50h

Hace unos días se presentaba en el patio Segovia del Ayuntamiento el libro de Leíto. Es el diminutivo de una conocida vecina nieta, hija, madre y abuela de pozueleros.

La alcaldesa, Paloma Adrados, fue la encargada de presentar los recuerdos encuadernados de Leonor González. Una memoria poderosa que recorre Pozuelo desde 1942 hasta nuestros días.

Vivencias, sentimientos, vecinos... todos aparecen en Un atardecer en Pozuelo, un entrañable libro que nace para cruzar el charco. Porque la recaudación obtenida por su venta se destinará a Palau, un poblado de Lima (Perú), a las familias más necesitadas de Pozuelo y a algún colectivo local.

Circo Price y lavanderas

Juan Arellano, el abuelo de Leonor González, fue durante décadas uno de los lugareños más conocidos. Porque con pasta y paleta en mano no tenía competidores. Siendo muy joven trabajó como oficial de albañilería con la empresa encargada de levantar el circo Price. Después, participó en la construcción de los Nuevos Ministerios.

La huella profesional del antepasado de la autora de Un atardecer en Pozuelo -ladrillos girados o en vertical sobre ventanas y balcones- está presente en edificios que todavía siguen en pie en la estación como los Oblatos de María Inmaculada y desaparecía en el corazón del pueblo con el derribo de la casa del doctor Pedro Cornago.

Juan Arellano vivió con su esposa Leonor Llorente en una casona levantada con la ayuda de su cuadrilla en el Callejón Alamillo. Tuvieron siete hijos: Felipa, Ana, Matilde, Eulogio, Francisca, Gregoria y Rafaela que murió siendo niña.

Las hermanas de Leonor Llorente eran lavanderas de profesión. Su cuñado, el abuelo de Leíto, iba los lunes a Madrid con la mula y el carro a llevar la ropa limpia que antes había traído sucia. Y que Ana y Matilde -así se llamaban- había lavado en el lavadero de La Poza, almidonado con tenacillas y planchado para dejarla impecable.

Cerca de los Arellano había una tienda de comestibles. La de Eugenio, más conocido como Notario y una pescadería, la de Pablo Granizo. Sus pequeños locales están cerrados pero se pueden contemplar en uno de los barrios más tradicionales de Pozuelo. Si uno quiere, al atardecer.

 

¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (0)    No(0)

+
1 comentarios