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La fantasía artística de Checa desembarca en Pozuelo

jueves 18 de septiembre de 2014, 09:13h

Como su poderosa naumaquia. Cuarenta obras de Ulpiano Checa (1860-1916), uno de los artistas más importantes del siglo XIX y principios del XX, han viajado al Mira desde su Museo en Colmenar de Oreja para que los vecinos descubran al genio.

Paloma Adrados, acompañada por el alcalde de Colmenar de Oreja, Francisco José García, ha inaugurado la exposición “Ulpiano Checa. La huella de las civilizaciones”. Durante el acto, al que también asistieron la Directora General de Bellas Artes, del Libro y de Archivos de la Comunidad de Madrid, Isabel Rosell y la concejal de Cultura, Isabel González, la alcaldesa agradeció a su homólogo colmenarete la cesión de las obras y destacó que “poder contemplar estos trabajos en Pozuelo es la mejor prueba de que la colaboración entre las administraciones públicas es muy beneficiosa para los vecinos”.

Acompañados por el comisario de la exposición Ángel Benito -ex director del Museo Ulpiano Checa y experto en la vida y la obra del artista- la delegación recorrió la sala del espacio cultural Mira, con sus paredes ahora en verde, salpicada de óleos enmarcados en pan de oro, acuarelas, dibujos y grabados. La selección que se completa con cinco esculturas refleja la imaginación desbordante del madrileño universal y su dominio absoluto de la perspectiva.

Pintor de la historia

Gran parte de la producción de Ulpiano Checa se inspira en la literatura o en el teatro. Por eso, no podían faltar en la exposición “La naumaquia”, que recrea una batalla naval en los fosos construidos al efecto en circos romanos y “El barranco de Waterloo” en el que el pintor mostró magistralmente la escena descrita por Víctor Hugo en “Los miserables”.

Su entusiasmo por las civilizaciones y la historia hizo que pintara escenas de romanos ("Carrera de carros romanos"), bárbaros ("El rapto", "La invasión de los bárbaros"), árabes ("Salida a la fantasía", "Entre dos oasis") y judíos. Algunas de estas obras se reprodujeron en libros y se trasladaron al cine; para ilustrar segundas ediciones de la novela Quo Vadis? del polaco Henryk Sienkiewicz o para que el director Cecil B. DeMille recreara los escenarios de Ben-Hur.

Checa fue un adelantado a su tiempo. A finales del XIX tenía registrada gran parte de su obra, recorría el mundo con un portafolio de sus trabajos en la maleta y creaba sus propios resúmenes de prensa recortando lo que de él se decía en los periódicos y revistas de la época. Hoy su legado puede visitarse en el Museo del Prado, el Thyssen-Bornemisza, el Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires, en su Museo de Colmenar de Oreja y, desde hace unas horas, en Pozuelo de Alarcón.

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