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Pozuelo despide las Fiestas

lunes 09 de septiembre de 2013, 08:36h

Con la ofrenda de velas de la peña El Albero a la Patrona han terminado los festejos. Antes su traca y el pobre de mí en el corazón de la ciudad despedían una semana repleta de alegría que comenzaba con el parachururuchuru.

Ahora que todo ha acabado y que las luces hacen las maletas queda el destello de quienes han hecho posible la ilusión festiva y el sentimiento de pueblo. Ese que tenemos en nuestra ciudad quienes hemos crecido a la sombra de los olmos de un bosque convertido en parque urbano. Quienes hemos correteado por los barrios del centro de Pozuelo y dormido en una plaza de toros de madera y conocimos gigantes y cabezudos. Esa llama la mantienen viva -a pesar de las fuertes ráfagas de viento- los integrantes de las peñas, las bandas, las agrupaciones locales, los congregantes, las asociaciones de comerciantes, los vecinos de toda la vida, los que vuelven una o dos veces al año para participar en algo que sienten suyo y para recordar, como los que abarrotaron la plaza el viernes con motivo de la quedada generacional, que hubo otras fiestas. Ni mejores ni peores. Diferentes.

Desde el pasacalles la declaración de intenciones de Los Mingas, El Albero, El Seis y Medio, El Botijo, El Tercio, La Lira, La Inseparable, La Unión Musical y la Casa de Extremadura estaba clara: unas fiestas para todos y con todos. La alcaldesa, Paloma Adrados, anunciaba poco después que su papel en el programa de festejos había sido fundamental. De ellos dependían decenas de actividades y no sólo han sabido estar a la altura sino que han renunciado a su descanso para llenar de color el tono gris del centro histórico.

Vuelta al cole

Hoy todos estamos un poco sordos porque no escuchamos las charangas de las peñas que lo dieron todo en el concurso ni los pasodobles de La Lira ni el A mi manera de la Big Band La Inseparable. Ahora nadie baila debajo de los soportales ni con trajes regionales en la plaza de la Coronación donde la Virgen de la Consolación volvió a reinar poco después de pasar por debajo del arco de San Sebastián y junto a la casa de Mari Carmen Amaro (Primer Premio del concurso de decoración de balcones). Esta semana todos y no sólo los más pequeños, que lo han pasado en grande abriendo la boca el día de los fuegos, disfrazándose, corriendo el encierro chiqui o subiendo a la noria, volvemos al cole.

Unos regresarán a la rutina recordando las risas y los saltos en los conciertos de Rosario, Rumba Flamen-K, Tregua, La Frontera o Los Fito & Tú. Otros con el buen sabor de boca de las sardinas de El Tercio, los bocatas de El Botijo, la merienda de El Albero o la tortilla de Abilio Magro, ganador del concurso organizado por Los Mingas. Hasta dentro de un año no volveremos a ver tantas motos paseando por la ciudad o de cerca, como la de spiderman, favorita de los niños y niñas.

Y sin darnos cuenta comenzará el curso político. Hasta cambiará la hora para que a las seis vuelva a ser de noche. Y entonces las farolas, y no las gentes, serán las que iluminen la ciudad.

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